El 26 de septiembre del año en curso, se llevará a cabo el anunciado paro nacional de transportistas, organizado por la Asociación Nacional de Integración de Transportistas, liderada por Martín Valeriano. Esta…
Economía
El rugido de los motores apagados: Crónica del paro de transportistas en Lima y Callao rumbo al paro nacional
Lima y Callao despertaron hoy, 10 de abril de 2025, en un silencio inusual. Los motores de buses, combis, taxis y mototaxis, que suelen ser el pulso de la capital peruana, se apagaron en una protesta que resonó como un grito de auxilio. Más de 20,000 unidades de transporte público dejaron de circular, paralizando la ciudad en un paro convocado por las principales organizaciones de transportistas, hartas de los asesinatos, extorsiones y el terror que imponen las bandas criminales. Bajo el sol abrasador y entre nubes de gas lacrimógeno, miles de choferes y dirigentes alzaron su voz rumbo a lo que podría ser un paro nacional, mientras anunciaban una asamblea clave para decidir el próximo paso.
Desde la medianoche, el paro tomó forma. En Puente Nuevo, San Juan de Lurigancho, los transportistas de la Asociación Nacional de Integración de Transportistas (ANITRA), liderada por Martín Valeriano, se congregaron con pancartas que clamaban “No más sangre en el volante”. En el Óvalo La Perla, Callao, la Coordinadora de Empresas de Transporte Urbano de Lima y Callao (CTU), con Walter Carrera al frente, organizó bloqueos pacíficos que detuvieron el flujo de la avenida Faucett. La Asociación Nacional de Transportadores, bajo la batuta de Miguel Palomino, se sumó en puntos neurálgicos como la Plaza Dos de Mayo y el Puente Universitario en Los Olivos, donde las consignas resonaban: “Sin seguridad, no hay transporte”. Empresas icónicas como Etuchisa, Vipusa, El Rápido y Los Chinos apagaron sus unidades, dejando paraderos vacíos y a millones de limeños varados.
El corazón de la protesta latió en la avenida Abancay, frente al Congreso de la República. Allí convergieron los gremios, unidos por una causa común: detener la ola de violencia que ha cobrado la vida de al menos 15 choferes en lo que va del año. Valeriano, con su voz ronca por horas de arengas, denunció la inacción del gobierno: “Nos matan, nos extorsionan, y la presidenta Boluarte solo ofrece promesas vacías”. A su lado, Carrera relataba cómo los cobros de cupos, que oscilan entre 50 y 200 soles semanales, han convertido el volante en una sentencia de muerte. Palomino, por su parte, exigió un plan interinstitucional con resultados concretos: “No queremos más reuniones, queremos vivir”.
El impacto en la ciudad fue innegable. Paraderos abarrotados, caminatas interminables y tarifas infladas de transporte informal dibujaron el caos cotidiano de una Lima sin transporte. Mientras los ciudadanos soportaban las consecuencias, los transportistas defendían su lucha: “No queremos parar, pero es la única forma de ser escuchados”, decía un chofer de Etuchisa, con el cansancio reflejado en su rostro.
Al caer la tarde, los líderes de ANITRA, CTU y la Asociación Nacional de Transportadores se reunieron en un local de Breña para evaluar la jornada. Allí, frente a cientos de afiliados, anunciaron una decisión crucial: el paro de hoy, de 24 horas, no se extenderá al viernes 11 de abril. Sin embargo, la lucha está lejos de terminar. Con un aplauso unánime, convocaron a una asamblea nacional para mañana, donde participarán representantes de transporte urbano, interprovincial, mototaxistas y hasta gremios de regiones como Arequipa, Trujillo y Cusco. El objetivo es claro: definir la fecha de un paro nacional que promete estremecer al país si el gobierno no atiende sus demandas.
“Este es solo el comienzo”, advirtió Valeriano, mientras Carrera y Palomino asentían. Las organizaciones exigen la destitución del ministro del Interior, Julio Díaz, una declaratoria de emergencia en el sector transporte y un plan efectivo contra el crimen organizado. La asamblea de mañana será un termómetro de la indignación acumulada, y los transportistas no descartan medidas más drásticas si no hay respuestas.
Hoy, Lima y Callao fueron testigos del poder de los motores apagados y las voces unidas. Los transportistas, con ANITRA, CTU, la Asociación Nacional de Transportadores y empresas emblemáticas a la cabeza, no solo paralizaron la capital, sino que encendieron la chispa de una movilización que podría cambiar el rumbo del país. Mientras las calles recuperan su ritmo, la promesa de un paro nacional pende como una nube cargada, lista para desatarse. La asamblea de mañana decidirá si el silencio de los motores vuelve a gritar.
La jornada no estuvo exenta de tensión. En Ate y Puente Piedra, algunos manifestantes bloquearon carreteras con llantas incendiadas, mientras en el Centro de Lima la Policía Nacional respondió con gases lacrimógenos a los intentos de avanzar hacia Palacio de Gobierno. En San Martín de Porres, un grupo de choferes enfrentó a combis que intentaron romper el paro, dejando un saldo de vidrios rotos y heridos leves. Sin embargo, la mayoría de las acciones fueron pacíficas, marcadas por una solidaridad que cruzó fronteras entre gremios. Los mototaxistas, representados por la Federación de Mototaxistas del Perú, se unieron en distritos como Villa El Salvador y Ventanilla, reforzando el mensaje de unidad.