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Costumbre y tradiciones
Inti Raymi 2025: La Elección del Sapa Inca y el Renacer del Tawantinsuyo en el Corazón de Qosqo
En el ombligo del mundo, donde la piedra aún susurra las glorias del Tawantinsuyo, Qosqo se prepara para recibir al Inti Raymi 2025, la sagrada Fiesta del Sol que renueva el pacto entre el hombre y el dios Inti. Pero antes de que el solsticio de invierno ilumine la fortaleza de Saqsaywaman, un momento crucial captura la atención de nuestra Hatun Llaqta: la elección del Sapa Inca, el hijo del Sol que encarnará el espíritu de Pachakutiq, el transformador del mundo, y liderará esta ceremonia milenaria.
La Empresa Municipal de Festejos del Cusco (EMUFEC) ha convocado a seis hombres de noble linaje espiritual —Edison Vidal Valencia, David Anca, Casimiro Quispe, Armando Condori Araoz, Edwin Monzón y Henry Aquino— quienes, tras un arduo proceso de selección, aguardan el veredicto que los ungirá como el Willaq Uma, el sumo sacerdote y soberano que hablará por el pueblo ante el Inti. No se trata solo de un papel teatral, sino de una responsabilidad sagrada: el elegido deberá portar la masqapaycha, el emblema imperial, con la dignidad que exige el legado de nuestros abuelos, y su voz en quechua resonará en Saqsaywaman como un eco de los tiempos en que el Tawantinsuyo abarcaba los cuatro suyus.
En las calles empedradas de Qosqo, los runas conversan con reverencia mientras caminan hacia el Qorikancha, donde los muros de oro espiritual aún custodian la memoria del Inti. Los nombres de los finalistas se pronuncian con respeto, y las familias debaten quién será el digno sucesor de los grandes incas para esta ceremonia que, más allá de su esplendor, es un acto de comunión con la Pachamama y el Hanan Pacha. Cada candidato ha demostrado no solo su destreza escénica, sino su comprensión profunda de los usus y las costumbres que forjaron nuestra cosmovisión: el ayni, la minka y el respeto al ciclo eterno de la vida.
Mientras el anuncio del Sapa Inca se acerca, los preparativos para el Inti Raymi alcanzan su apogeo. Los tejedores de Chinchero y Qolqepata hilan el oro y la plata de los trajes reales, los músicos ensayan las melodías que evocan el latir de la tierra, y las sacerdotisas del Sol, las ñustas, se alistan para rendir tributo con danzas que imitan el movimiento de los astros. En los fogones, las mamakuna preparan ofrendas de maíz y coca, mientras el aroma del watya y el qapchi llena el aire, recordándonos que esta fiesta no solo es espectáculo, sino también un retorno a nuestras raíces, un momento para agradecer y pedir por la fertilidad de la Pachamama.
El Inti Raymi 2025, en su 81 aniversario desde su reinstauración en 1944, promete ser un puente entre el pasado y el futuro, un recordatorio de que el Tawantinsuyo no es solo historia, sino un espíritu vivo que late en cada runa que pisa esta tierra sagrada. Cuando el nombre del nuevo Inca sea revelado, el pueblo lo recibirá con qamya y wankas, alzando sus voces para que el Inti lo bendiga en su misión de guiarnos hacia un nuevo ciclo de luz.
Qosqo invita al mundo a ser testigo de esta celebración, pero también a comprender su esencia: no solo venimos a mirar, sino a sentir el peso de nuestra herencia. Que el Inti nos ilumine, que el Sapa Inca elegido sea digno de su linaje, y que el Tawantinsuyo renazca en cada corazón que se una a esta fiesta sagrada. ¡Kaypi Qosqo, kaypi Tawantinsuyo!