Economía

Jubilados y barras bravas le dan un «cariñito» al gobierno de Milei frente al Congreso

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En una jornada que parecía sacada de un clásico futbolero, pero con más bastones que pelotas, los jubilados argentinos volvieron a copar las calles porteñas para cantarle unas verdades al gobierno de Javier Milei.La Plaza del Congreso se tiñó de pancartas caseras y cacerolas oxidadas, mientras los abuelos, con más garra que nunca, reclamaban por lo que les pertenece: una jubilación que no los condene a elegir entre remedios o un sánguche. El calor de marzo no los frenó, y menos aún las promesas vacías del Ejecutivo, que parece más interesado en retuitear memes que en resolver problemas reales.

Esta vez, los jubilados no vinieron solos: las hinchadas de los clubes más populares del país, desde Boca hasta Chacarita, se sumaron al reclamo con cánticos que, por primera vez, no apuntaban al árbitro ni al técnico rival, sino directo al ajuste económico. «¡Milei, vos sos la dictadura!», resonaba entre bombos y banderas, mientras esquivaban con agilidad de wing derecho los gases lacrimógenos que Patricia Bullrich, siempre generosa, mandó como souvenir.

Los jubilados que luchan piden que no repriman porque fueron con los chicos del barrio

La alianza entre abuelos y barras bravas fue tan inesperada como emotiva: quién diría que el fútbol, ese que llena estadios, también podía llenar de solidaridad las calles.

El origen del quilombo no es ningún misterio. Desde que Milei asumió, su paquete de medidas neoliberales ha apretado el cinturón de los más vulnerables hasta dejarlos sin aire. La eliminación de subsidios, la devaluación del peso y el recorte en programas sociales han golpeado duro a los jubilados, cuya mínima no alcanza ni para un paquete de fideos.

La movilidad jubilatoria, ajustada por decreto, se quedó corta frente a una inflación que galopa como potrillo desbocado, mientras los aumentos discrecionales del gobierno apenas sirven para comprar un café. Los abuelos, que trabajaron toda una vida, ahora se ven mendigando migajas en un país donde el «mercado libre» parece liberarlos de todo, menos de la miseria.

Jubilados argentinos y hinchas del fútbol durante la marcha con medidas de Milei

La protesta, ya un ritual de los miércoles más concurrido que la cancha de River un domingo, terminó como siempre: con represión, heridos y un patrullero convertido en fogata para un asado que nadie pudo pagar. Los jubilados, esos que según Milei «viven de arriba», se niegan a aceptar que sus haberes se evaporen mientras el Ejecutivo juega a la motosierra con el presupuesto. Y los hinchas, que no tienen un peso pero sí pasión de sobra, dejaron claro que pegarle a los viejos no es tan divertido como una goleada al rival. La bronca no se negocia, y menos con un gobierno que parece jugar en otra liga.

Un jubilado argentino sostiene la pancarta

Al final, la jornada dejó más preguntas que respuestas: ¿hasta cuándo seguirán los jubilados marchando con bastones en una mano y dignidad en la otra? ¿Será que las barras bravas se convertirán en los nuevos defensores de los que menos tienen? Lo único claro es que, mientras Milei siga ajustando el torniquete neoliberal, las calles argentinas tendrán más fuego que un superclásico. ¡Qué lindo es el fútbol cuando se juega por los que no tienen ni para la entrada, che!

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