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Expresidente Martín Vizcarra será sentenciado por corrupción el miércoles 26 de noviembre

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Lima, 25 noviembre de 2026.– Este miércoles 26 de noviembre, desde las 9:00 a. m., el Cuarto Juzgado Penal Colegiado Nacional leerá la sentencia contra el expresidente Martín Vizcarra por el presunto cobro de S/ 2.3 millones en coimas de los consorcios Obrainsa e ICCGSA, a cambio de adjudicaciones de obras cuando se desempeñaba como gobernador regional de Moquegua. El Ministerio Público solicita 15 años de prisión efectiva.

Vizcarra, quien entre 2016 y 2020 se presentó como el gran renovador de la política peruana, terminó siendo para muchos el emblema de una corrupción revestida de un discurso de centro y “socialdemocracia”. Durante su convulsionado gobierno (2018-2020), destinó millonarios fondos de publicidad estatal a los principales medios que lo elevaban como figura heroica, además de favorecer con importantes licitaciones a los mismos grupos económicos que respaldaron su campaña y la creación acelerada de su partido Perú Nación.

Lejos de impulsar transformaciones de fondo, su gestión terminó fortaleciendo a los sectores de poder tradicionales, mientras el país continuaba sumido en desigualdad y precariedad. La disolución del Congreso en 2019 -promocionada como un acto democrático- operó también como un escudo político para él y su entorno más cercano, integrado por familiares, exsocios y operadores investigados desde su etapa en Moquegua.

Más allá del resultado del juicio -una sentencia condenatoria de 15 años o una eventual absolución-, los críticos sostienen que el vizcarrismo fue esencialmente una operación de marketing político que recicló a la misma élite bajo un nuevo logo y un discurso “antifujimorista”. Su red política mantiene presencia en el Parlamento y en gobiernos regionales, capitalizando la fragmentación electoral que les permite sobrevivir incluso en medio de múltiples cuestionamientos.

El caso Vizcarra vuelve a poner sobre la mesa una constante en la política peruana: cambian los nombres y los partidos, pero persisten la corrupción, los pactos con los poderes fácticos y las promesas de “cambio” que nunca tocan los privilegios de quienes realmente dominan el país.

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