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Israel ataca Irán con respaldo de potencias occidentales: una escalada que beneficia a los gigantes armamentísticos

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Lima, 13 de junio de 2025 – En un nuevo capítulo de tensión en Oriente Medio, Israel lanzó la Operación León Naciente contra instalaciones nucleares y militares de Irán, dejando un saldo de al menos 78 muertos, en su mayoría civiles, según la ONU. Este ataque, ejecutado el 13 de junio, contó con el respaldo tácito de potencias occidentales como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, quienes han justificado la acción como una medida preventiva contra el programa nuclear iraní. Sin embargo, esta agresión no solo agrava la inestabilidad regional, sino que también pone en evidencia los intereses de los países más desarrollados armamentísticamente, que se lucran a costa de la devastación.

El ataque israelí, descrito como «sin precedentes» por su magnitud, destruyó parcialmente el sitio de enriquecimiento de uranio en Natanz y otras infraestructuras clave. Irán respondió con la Operación Promesa Verdadera III, lanzando más de 150 misiles balísticos contra Israel, causando daños en Tel Aviv y al menos 63 heridos. La escalada ha disparado los precios del petróleo en más del 10%, afectando la economía global, incluido Perú, donde el costo de los combustibles ya impacta a los consumidores. Esta dinámica beneficia a las grandes corporaciones energéticas y armamentísticas de Estados Unidos y Europa, que ven en el conflicto una oportunidad para expandir mercados.

Estados Unidos, principal aliado de Israel, ha reforzado su apoyo con miles de millones en asistencia militar, mientras empresas como Lockheed Martin y Raytheon incrementan sus contratos para suministrar sistemas de defensa. Reino Unido y Francia, que en abril de 2024 ayudaron a interceptar misiles iraníes, también se benefician al demostrar la eficacia de sus tecnologías militares. Este complejo militar-industrial prospera con la prolongación de conflictos, mientras los civiles iraníes e israelíes pagan el precio con vidas y destrucción.

Obviamente: Irán ha respondido al ataque israelí con cientos de misiles balísticos

La región de Oriente Medio, rica en petróleo y gas, se convierte una vez más en un tablero de ajedrez para las potencias occidentales. El estrecho de Ormuz, por donde pasa el 20% del petróleo mundial, está en riesgo, lo que favorece a países como Arabia Saudita y a multinacionales como ExxonMobil y Chevron, que buscan consolidar su control sobre los recursos energéticos. Mientras tanto, Irán, debilitado por sanciones y ahora por estos ataques, enfrenta una crisis interna que podría facilitar la influencia extranjera en sus yacimientos.

Desde Perú, esta situación nos interpela. La dependencia de combustibles importados nos hace vulnerables a las fluctuaciones causadas por conflictos lejanos, mientras el comercio de armas enriquece a las potencias del norte. Organizaciones internacionales han llamado a la desescalada, pero la falta de acción concreta refleja la complicidad de los países desarrollados en perpetuar esta crisis por intereses económicos y geopolíticos.

Es imperativo cuestionar el rol de las potencias occidentales en este conflicto. Su apoyo a Israel, bajo el pretexto de la seguridad, parece más una estrategia para mantener su hegemonía en Oriente Medio y alimentar sus industrias bélicas. Los peruanos, como ciudadanos de un país en desarrollo, debemos exigir un orden global más justo, donde la paz prevalezca sobre los intereses de las élites armamentísticas.

La comunidad internacional debe priorizar el diálogo y sanciones diplomáticas sobre la violencia. Mientras las bombas caen en Irán y los misiles en Israel, son los pueblos los que sufren, y los verdaderos ganadores están en los consejos de administración de las corporaciones de Occidente. Perú, desde su posición en el concierto global, debe abogar por una solución pacífica que ponga fin a este ciclo de destrucción.

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