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El grito global contra el neocolonialismo que busca someter al pueblo palestino

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El mundo está harto. La complicidad de Estados Unidos en el genocidio contra el pueblo palestino —perpetrado por Israel con un descaro que desafía toda ética— ha desatado una ola de indignación planetaria. Desde las calles de América Latina hasta los confines de Asia, millones levantan la voz contra una masacre que ya supera los 66 000 muertos en Gaza, una hambruna inducida y la destrucción sistemática de toda esperanza. En 2025, el respaldo de Washington —con miles de millones de dólares en armas y vetos en la ONU para blindar la impunidad— se exhibe como lo que realmente es: neocolonialismo puro, un intento de imponer su hegemonía a costa de la sangre palestina.

El aislamiento de Washington y Tel Aviv

La hipocresía estadounidense se desmorona. En julio de 2025, 25 naciones, entre ellas antiguos aliados como Reino Unido y Francia, condenaron el “goteo de ayuda” humanitaria que Estados Unidos e Israel presentan como gesto de compasión, mientras civiles mueren en los puntos de distribución. La Asamblea General de la ONU, con un 98 % de votos a favor, respaldó el reconocimiento de un Estado palestino libre, dejando a Washington e Israel en un aislamiento histórico junto a un puñado de cómplices.

En América Latina, Bolivia y Colombia rompieron relaciones diplomáticas con Israel, mientras en Brasil, Chile y Argentina los movimientos sociales organizan boicots, vigilias y marchas masivas. La interceptación de la Flotilla Sumud en octubre —con activistas como Greta Thunberg detenidos— solo avivó la indignación global. Desde Buenos Aires hasta Estambul, el clamor es unánime: alto al genocidio.

Un rugido popular contra el imperialismo

El rechazo no es solo diplomático; es profundamente popular. En redes y plazas, desde X hasta TikTok, se denuncia la propaganda sionista financiada por Washington, que intenta disfrazar la barbarie con campañas digitales. En América Latina, cuna de resistencias anticoloniales, la causa palestina trasciende las fronteras: es la misma lucha contra el imperialismo que libraron nuestros pueblos.

Incluso dentro de Estados Unidos, el 60 % de la ciudadanía exige el fin de los ataques israelíes. Legisladores, artistas y líderes sociales rompen el silencio, calificando los hechos de genocidio. La Corte Internacional de Justicia y el Tribunal Penal Internacional han emitido resoluciones, pero Washington responde sancionando a jueces y fiscales, revelando que su “orden basado en reglas” es una farsa cuando se trata de Palestina.

Latinoamérica puede liderar la dignidad

Cada bomba que cae sobre Gaza lleva el sello de la complicidad estadounidense, pero también la semilla del cambio. La historia enseña que los imperios caen cuando los pueblos se unen. La Flotilla Sumud, las huelgas en Italia, las resoluciones de la ONU y las marchas en Santiago y Bogotá demuestran que la humanidad está despertando.

América Latina, con su legado de lucha y solidaridad, debe dar un paso adelante: boicotear productos de los asentamientos ilegales, exigir sanciones contra Israel y presionar a los gobiernos para reconocer plenamente al Estado palestino. La libertad de Palestina no es una opción política; es un deber moral y humano.

Un grito que no callará

El genocidio en Gaza no es un conflicto lejano: es el espejo del mundo que el neocolonialismo estadounidense intenta preservar, donde unos pocos deciden quién vive y quién muere. Desde esta región de rebeldías —América Latina, cuna de revoluciones— debe alzarse un mensaje claro: no seremos cómplices. Palestina libre no es solo un grito: es una promesa que los pueblos cumplirán, juntos, frente a la maquinaria de muerte que sostiene el imperio.

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