Economía
Exigimos la renuncia del directorio de Petroperú

El Directorio de Petroperú presentó un diagnóstico alarmante sobre la situación financiera la empresa, señalando que requería 2,200 millones de dólares adicionales para su reflotamiento y planteando la necesidad de una «gestión privada» de la empresa estatal. Esta propuesta generó preocupaciones sobre una posible privatización encubierta.
En el Portal institucional de Petroperú se publicaron cinco informes que fueron elaborados por el consorcio Arthur D. Little / Columbus MB Latam, el cual tenía como objetivo reforzar la gobernanza, sostenibilidad financiera y las operaciones a nivel nacional de la compañía, en cumplimiento del Decreto de Urgencia 023-2022.
Los informes, fueron aprobados por el Directorio y presentados a la Junta General de Accionistas en julio de 2023, así mismo en el mismo espacio virtual están publicadas las acciones de restructuración que aprobó el Directorio de la empresa y que supuestamente se ejecutarían durante el presente año, en cumplimiento del artículo 5 del Decreto de Urgencia N° 004-2024. (https://petroperu.com.pe/transparencia/plan-de-reestructuracion/)

Entonces ¿Qué paso?
El Directorio de Petro Perú publicó un sorpresivo y alarmante comunicado bajo un informe de la consultora Arthur D. Little/Columbus; planteando la instalación de una administración privada como “la mejor opción para lograr el regreso a la autosostenibilidad financiera”
El directorio parece tener una visión sesgada y desfavorable hacia la empresa estatal, buscando potencialmente su «remate» a empresas privadas, regalando activos y subsidiando posibles pérdidas.
Por su parte el gobierno, a través del portavoz presidencial, desestimó categóricamente la propuesta de gestión privada y ha asegurado que Petroperú no será privatizada.
Frente a los hechos, por la transparencia de los hechos, el Directorio pleno de Petroperú debe renunciar renuncie debido a su concepto sesgado sobre la empresa estatal y su enfoque limitado, que no considera aspectos cruciales como la seguridad energética.
Ante estos hechos presentados, el directorio de Petroperú ha perdido la confianza del gobierno y su propuesta de gestión privada ha generado dudas sobre sus intenciones. Por lo tanto, se puede argumentar que, en aras de la transparencia y para restablecer la confianza en la empresa estatal, el directorio completo debería renunciar y permitir un nuevo liderazgo que aborde los desafíos de Petroperú desde una perspectiva más equilibrada y acorde con los intereses nacionales.
El Silencio del Gobierno ante una Propuesta Polémica
El directorio de Petroperú presentó el pasado 8 de mayo un diagnóstico alarmante sobre la situación financiera de la empresa estatal, proponiendo una «gestión privada» como la mejor opción para hacer frente a la crisis. Esta propuesta generó inmediatas sospechas de una posible privatización encubierta de uno de los activos estratégicos más importantes del país.
A pesar de la gravedad de la propuesta y las preocupaciones que suscitó, el gobierno guardó un preocupante silencio durante casi una semana. No fue hasta el 14 de mayo que el portavoz presidencial, Fredy Hinojosa, salió a desestimar categóricamente la propuesta de gestión privada, asegurando que Petroperú no sería privatizada.
Este prolongado silencio por parte del Ejecutivo es inaceptable y genera dudas sobre la transparencia y la defensa de los intereses nacionales en torno a este tema crucial. ¿Acaso el gobierno estaba considerando seriamente la propuesta del directorio? ¿Qué motivó esta demora en tomar una posición clara frente a una iniciativa que amenazaba con entregar un activo estratégico a manos privadas?
Es fundamental que el gobierno brinde una explicación detallada a la ciudadanía sobre los hechos que rodearon esta polémica propuesta. ¿Qué llevó al directorio a plantear esta opción tan controversial? ¿Se realizaron los análisis adecuados para proteger los intereses nacionales? ¿Existieron influencias externas o conflictos de intereses que pudieron haber sesgado la decisión?
Además, el gobierno debe aclarar su posición sobre el futuro de Petroperú y cómo abordará los desafíos financieros y operativos de la empresa sin comprometer su carácter estatal y su importancia estratégica para el país.
La ciudadanía merece respuestas claras y transparencia absoluta en un tema tan sensible como este. El silencio inicial del gobierno y la falta de una estrategia definida para Petroperú solo alimentan la desconfianza y las sospechas sobre posibles intereses ocultos.
Es momento de que el Ejecutivo asuma su responsabilidad y renueve totalmente el Directorio de Petroperú afín de garantizar que los intereses nacionales y la seguridad energética del Perú serán salvaguardados en cualquier decisión sobre el futuro de Petroperú.
Actualidad
Dirigentes agrarios denuncian presunto cobro de cupos en el PROVRAEM

El dirigente social Nelson Palomino La Serna denunció que presuntamente se estarían cobrando cupos laborales para acceder a puestos en el Proyecto Especial de Desarrollo del Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (PROVRAEM). Según indicó en declaraciones a radio Studiovraem, una persona identificada como “María” estaría vinculada a estas prácticas y afirmó contar con audios que sustentarían sus señalamientos.
Por otro lado, el exsecretario de la Federación de Productores Agropecuarios del Valle de los Ríos Apurímac y Ene (Fepavrae), Julián Pérez Mallqui, cuestionó la designación de Rogelio Huamani Carbajal como director ejecutivo del PROVRAEM. Aseguró que su nombramiento habría sido “apadrinado” y que la dirigencia actual de la Fepavrae tendría conocimiento de esa situación.
Asimismo, Pérez criticó el rol del sindicato de la entidad, al que acusó de mantener acuerdos con directivos designados. Ante ello, solicitó que la dirigencia de la Fepavrae convoque a una reunión con representantes de la cuenca del VRAEM para evaluar medidas frente a estas presuntas irregularidades.
Economía
Tribunal Constitucional ordena la liberación de Betssy Chávez tras habeas corpus

El Tribunal Constitucional (TC) de Perú dispuso el 3 de septiembre de 2025 la liberación de la ex primera ministra Betssy Chávez, tras declarar fundado un recurso de habeas corpus presentado por su defensa. La decisión se basó en la determinación de que la extensión de su prisión preventiva, iniciada en junio de 2023, carecía de fundamentos legales suficientes, vulnerando su derecho a no sufrir detenciones arbitrarias. Chávez, investigada por el presunto delito de rebelión en relación con el intento de golpe de Estado de Pedro Castillo en diciembre de 2022, salió del penal Anexo de Mujeres de Chorrillos tras más de dos años de reclusión.
La resolución del TC ha generado diversas reacciones. Sectores afines a Chávez, como miembros de Podemos Perú, celebraron el fallo, considerándolo una corrección a excesos judiciales, mientras que congresistas de bancadas como Avanza País criticaron la decisión, argumentando que Chávez tuvo un rol activo en un atentado contra el orden constitucional. La Defensoría del Pueblo destacó la sentencia como un precedente contra detenciones arbitrarias, enfatizando la importancia de respetar los plazos legales en los procesos judiciales.
A pesar de su liberación, el proceso penal contra Chávez continúa. El Ministerio Público, que solicita 25 años de prisión por rebelión, podría presentar un nuevo pedido de prisión preventiva, citando el riesgo de fuga debido al intento de la ex primera ministra de refugiarse en la Embajada de México tras los eventos de 2022. El caso sigue siendo objeto de debate público, reflejando las tensiones políticas y sociales en torno a la justicia en el país.
Economía
La verdadera doctrina de Estados Unidos de Norteamérica

La historia es clara: cada vez que un pueblo de América Latina intentó recuperar sus recursos y decidir su destino, Estados Unidos apareció con la excusa perfecta para invadir, derrocar gobiernos o imponer dictaduras. Detrás de los discursos sobre democracia y libertad, siempre hubo petróleo, minerales, tierras fértiles y control geopolítico. El imperio se vistió de salvador, pero lo que dejó fue hambre, represión y sangre. Sin embargo, los pueblos nunca permanecieron de brazos cruzados: resistieron con dignidad, organización y memoria.
En Guatemala, en 1954, la CIA derrocó a Jacobo Árbenz porque se atrevió a tocar los intereses de la United Fruit Company, la todopoderosa bananera estadounidense. El pretexto fue el comunismo; la realidad, defender monopolios extranjeros. El resultado: más de tres décadas de guerra interna, masacres y más de 200 mil muertos, en su mayoría indígenas. Aun así, la resistencia guatemalteca nunca se rindió: las comunidades mayas, pese a la represión, mantuvieron vivas sus lenguas, su cultura y su organización comunal, y hoy siguen reclamando justicia y memoria frente al genocidio.
En Chile, en 1973, Nixon y Kissinger movieron los hilos para quebrar la democracia y apoyar el golpe contra Salvador Allende, quien había nacionalizado el cobre para los chilenos. La mentira fue otra vez la “amenaza roja”; la verdad, el temor a perder el control del mineral que alimentaba las industrias norteamericanas. El saldo: un Palacio de La Moneda bombardeado, miles de desaparecidos y una dictadura sangrienta. No obstante, desde el mismo 11 de septiembre, estudiantes, trabajadores y artistas chilenos levantaron la voz contra el régimen. Décadas después, Chile recuperó la democracia y hoy su pueblo sigue peleando por una nueva Constitución que rompa con el legado de Pinochet.
La misma receta se aplicó en Panamá en 1989, cuando se justificó la invasión con el argumento del narcotráfico para capturar a Noriega. Lo que estaba en juego no era la droga, sino el Canal de Panamá, arteria vital del comercio mundial. Miles de civiles panameños murieron en bombardeos que Washington nunca reconoció. Pero Panamá resistió: los movimientos sociales denunciaron la masacre y, años después, la soberanía sobre el Canal volvió a manos panameñas, fruto de la presión popular y la lucha diplomática.
En República Dominicana, en 1965, desembarcaron más de 40 mil marines con la excusa de “proteger a ciudadanos estadounidenses” y frenar un supuesto giro comunista, dejando cientos de muertos. Pero la resistencia no se apagó: miles de dominicanos, armados con lo poco que tenían, defendieron su capital durante días frente a uno de los ejércitos más poderosos del mundo, dejando un símbolo imborrable de dignidad.
En Cuba, la fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961 demostró la firmeza de un pueblo que derrotó en apenas 72 horas a mercenarios entrenados por la CIA, consolidando una revolución que, pese al bloqueo, se mantiene en pie más de sesenta años.
En Centroamérica, durante los años 80, la CIA financió guerras sucias y escuadrones de la muerte en Nicaragua, El Salvador y Honduras, pero las comunidades campesinas, obreras y estudiantiles resistieron con organización popular; y en Nicaragua, incluso, triunfó una revolución que sigue siendo referente regional.
El guion se repitió en otros continentes. En Irán, en 1953, la CIA tumbó a Mohammad Mossadegh por nacionalizar el petróleo, pero la resistencia iraní sembró las bases de futuras rebeliones contra el control extranjero. En el Congo, en 1961, el asesinato de Patrice Lumumba buscó frenar la independencia africana, pero su figura se convirtió en bandera de lucha panafricana.
En Afganistán, en 2001, se invadió bajo el pretexto del terrorismo, pero el pueblo afgano resistió dos décadas de ocupación hasta forzar la retirada de Estados Unidos en 2021. En Irak, en 2003, la mentira de las armas de destrucción masiva dejó cientos de miles de muertos, pero también una resistencia que nunca permitió la completa pacificación imperial.
En Libia, en 2011, la caída de Gadafi sumió al país en el caos, pero también emergieron movimientos que luchan por recuperar la soberanía petrolera. Y en Palestina, pese al bloqueo y las bombas sobre Gaza, la resistencia de su pueblo sigue siendo un símbolo mundial de dignidad frente a la ocupación, financiada por miles de millones de dólares de Washington.
Cada continente guarda una herida abierta marcada por la misma mano: la del imperio que no tolera que los pueblos sean dueños de sus recursos y de su destino. Pero también cada pueblo guarda su historia de lucha, de dignidad y de resistencia. En América Latina y el Caribe, como en Medio Oriente o África, las consecuencias se cuentan en dictaduras, masacres, pobreza y desplazamientos; pero la memoria de los caídos y la fuerza de las comunidades mantienen viva la certeza de que la soberanía no se concede, se conquista y se defiende.
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