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Internacional

Presidentes de China y Estados Unidos en APEC 2024 de Perú

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El Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) 2024, que se lleva a cabo entre el 14 y el 16 de noviembre en Lima, ha atraído la atención mundial no solo por la presencia de los líderes de las economías más poderosas, sino también por las intensas protestas que han marcado el comienzo de la cumbre. En un contexto de creciente descontento social, el país se enfrenta a un escenario tenso mientras se prepara para recibir a los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y China, Xi Jinping, dos de las principales figuras que definirán el futuro del comercio global.

Lima se ha convertido en el epicentro de la diplomacia global. Durante los próximos días, los líderes de las 21 economías del APEC discutirán temas cruciales como la sostenibilidad, la integración regional y el fortalecimiento del comercio, en un momento marcado por desafíos económicos y climáticos globales. Entre los principales asistentes se encuentran el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien arribó a Lima el jueves acompañado de un dispositivo de seguridad sin precedentes. La seguridad del presidente norteamericano se ha visto reforzada con la presencia de 600 soldados y un Boeing 747-200 de la Fuerza Aérea de EE.UU., un avión especializado en operaciones bajo amenazas extremas.

Presidenta en funciones Dina Boluarte apertura el APEC 2024 en Lima – Perú

Por otro lado, el presidente chino, Xi Jinping, también participará activamente de la cumbre, aunque lo hará de manera remota desde Beijing. En su agenda destaca la participación en la inauguración del megapuerto de Chancay, un proyecto de infraestructura clave para la integración económica de China y Perú. Ambos países buscan fortalecer sus relaciones bilaterales, con énfasis en sectores como minería e infraestructura.

Sin embargo, el encuentro de los líderes mundiales no ha sido bien recibido por todos los sectores. En paralelo a los discursos y negociaciones en las salas del Gran Teatro Nacional, Lima y otras regiones del país han sido escenario de intensas movilizaciones en rechazo al evento, en su mayoría convocadas por transportistas, gremios sindicales y ciudadanos afectados por la inseguridad y la crisis política.

Las protestas se han intensificado durante los últimos días, con bloqueos de carreteras, paros en diversas ciudades y enfrentamientos con la policía. Desde tempranas horas del jueves, miles de transportistas y comerciantes en ciudades como Puno, Arequipa, Cusco, Piura y Lambayeque suspendieron sus actividades y se unieron al paro nacional de 72 horas. Los manifestantes exigen medidas urgentes contra la creciente ola de criminalidad que afecta a la población, y critican la falta de respuestas efectivas por parte del gobierno.

Los transportistas lideran las protestas contra la criminalidad y el sicariato en Perú

En la capital, los efectos del paro fueron palpables con una significativa escasez de transporte público, especialmente en distritos como San Juan de Miraflores, Los Olivos y El Agustino, donde los ciudadanos tuvieron que esperar más de una hora para abordar buses. La Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y la Confederación Nacional de Comerciantes (Conaco) también se sumaron a las protestas, exigiendo medidas contra la corrupción y la violencia. En medio de las marchas, se produjeron enfrentamientos con las fuerzas del orden, que respondieron con bombas lacrimógenas y perdigones en varios puntos del centro histórico de Lima.

En Arequipa, la situación se complicó aún más cuando varios obreros del sindicato de construcción civil fueron heridos por disparos de perdigones de la Policía Nacional del Perú (PNP), lo que desató fuertes críticas tanto de la sociedad civil como de sectores políticos. La Defensoría del Pueblo expresó su preocupación por la «brutal represión» y exigió el respeto al derecho de los ciudadanos a manifestarse pacíficamente.

Heridos con perdigones lanzados por la Policía Nacional de la ciudad de Arequipa

En Puno, la situación fue igualmente tensa, con pobladores de la región sur bloqueando el puente internacional de Ilave, una de las principales rutas hacia Bolivia. Los transportistas suspendieron sus actividades en solidaridad con el paro nacional, y se reportaron enfrentamientos entre manifestantes y autoridades. En el sur, en ciudades como Cusco, se produjeron bloqueos similares, y los mercados permanecieron cerrados como parte de la huelga.

En otras regiones, como Cajamarca, la protesta tomó un giro más simbólico cuando el congresista Hamlet Echevarría fue forzado a marchar con los manifestantes, como muestra de descontento por la gestión del gobierno en materia de seguridad y corrupción.

El descontento social en Perú se ha visto exacerbado por la sensación de que el APEC 2024, aunque es una oportunidad para el país de recibir inversión extranjera y fortalecer sus lazos comerciales, está ocurriendo en un momento de inestabilidad interna. La presidenta Dina Boluarte, quien ha recibido a varios de los líderes mundiales, ha intentado proyectar una imagen positiva del evento, destacando que Perú está «abierto a la inversión internacional» y que la estabilidad económica del país es uno de los pilares de su administración.

Las protestas continuarán durante el APEC 2024

Sin embargo, las manifestaciones demuestran que, para muchos peruanos, la prioridad sigue siendo la seguridad y el bienestar social, y que las reformas políticas y económicas necesarias para enfrentar la creciente criminalidad no han llegado con la misma urgencia que las relaciones internacionales.

El desarrollo de estos eventos y el resultado de las discusiones en el APEC serán clave para definir el rumbo de Perú en los próximos años, pero también lo será la capacidad del gobierno de abordar las demandas sociales que, por el momento, han eclipsado los debates globales de la cumbre.

Mientras tanto, el mundo sigue atento a las discusiones entre las economías más poderosas, con especial interés en las relaciones entre EE. UU. y China, dos potencias cuya interacción tiene implicaciones no solo para la región Asia-Pacífico, sino para el equilibrio global en términos de comercio y geopolítica.

Sin embargo, en las calles de Lima y otras ciudades peruanas, los reclamos de justicia social resuenan con fuerza, recordando que la política local y el bienestar de la población siguen siendo factores determinantes en la percepción y éxito de eventos internacionales de esta magnitud.

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Trump despliega portaaviones en el Caribe y hunde lanchas venezolanas: Latinoamérica clama por soberanía

Redactor

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Lima, 26 de octubre de 2025 | La ofensiva unilateral de EE.UU. contra embarcaciones cerca de Venezuela escala la tensión regional y revive fantasmas de intervención. Gobiernos y sociedad civil exigen respeto al derecho internacional.

En una operación calificada por Caracas como “acto de guerra”, la Marina estadounidense hundió dos lanchas rápidas venezolanas en aguas del Caribe y posicionó al portaaviones USS Gerald Ford a menos de 200 millas de la costa. Washington justifica la acción bajo el paraguas antinarcóticos, pero analistas peruanos y regionales la señalan como maniobra política de Donald Trump para fortalecer su discurso interno de “mano dura”.

El gobierno de Nicolás Maduro, pese a sus graves señalamientos por autoritarismo y crisis humanitaria, invocó la Carta de la ONU y anunció ejercicios militares en Caracas. Desde México hasta Argentina, voces progresistas y conservadoras coinciden: ningún Estado latinoamericano —ni siquiera los más cuestionados— puede ser blanco de agresiones unilaterales que ignoren la CELAC y la OEA.

Expertos en seguridad regional advierten que la escalada no solo agrava la migración y el narcotráfico, sino que debilita la arquitectura multilateral del hemisferio.

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Bolivia elige a Rodrigo Paz como presidente: retorna la centro-derecha tras inhabilitación de Evo Morales

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La Paz, Bolivia – En un reñido balotaje presidencial, el senador Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), se alzó con la victoria al obtener el 54,5% de los votos frente al 45,5% del conservador Jorge «Tuto» Quiroga, de la Alianza Libre, según datos preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE) del domingo 19 de octubre. Este triunfo marca el retorno de la centro-derecha al poder tras casi dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Evo Morales. Paz, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, asumirá la presidencia el 8 de noviembre, prometiendo un «capitalismo inclusivo» para enfrentar la crisis económica, caracterizada por escasez de combustible y devaluación del boliviano

El ascenso de Paz solo fue posible por la inhabilitación de Evo Morales, prescrito de participar en las elecciones por el Tribunal Constitucional Plurinacional en 2023, que ratificó la prohibición de la reelección indefinida. Esta decisión, que excluyó al líder del MAS, provocó una profunda división en el partido oficialista. Morales, desde su bastión en el Chapare, llamó a sus seguidores a votar en blanco o nulo, generando un 20% de boletas inválidas que fragmentaron aún más el apoyo al MAS. Aunque la jornada electoral fue calificada como transparente por observadores de la Unión Europea, las tensiones por la exclusión de Morales alimentaron denuncias de irregularidades en redes sociales, sin que estas alteraran el resultado oficial.

Para Perú, el cambio de rumbo en Bolivia plantea oportunidades y desafíos en la integración regional. Paz ha prometido fortalecer lazos con Estados Unidos y atraer inversiones extranjeras, lo que podría dinamizar el comercio con Lima en sectores como minería y agroindustria. Sin embargo, la sombra de Morales, con una base leal en el altiplano, podría desencadenar protestas si las demandas rurales no son atendidas.

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El grito global contra el neocolonialismo que busca someter al pueblo palestino

Redactor

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El mundo está harto. La complicidad de Estados Unidos en el genocidio contra el pueblo palestino —perpetrado por Israel con un descaro que desafía toda ética— ha desatado una ola de indignación planetaria. Desde las calles de América Latina hasta los confines de Asia, millones levantan la voz contra una masacre que ya supera los 66 000 muertos en Gaza, una hambruna inducida y la destrucción sistemática de toda esperanza. En 2025, el respaldo de Washington —con miles de millones de dólares en armas y vetos en la ONU para blindar la impunidad— se exhibe como lo que realmente es: neocolonialismo puro, un intento de imponer su hegemonía a costa de la sangre palestina.

El aislamiento de Washington y Tel Aviv

La hipocresía estadounidense se desmorona. En julio de 2025, 25 naciones, entre ellas antiguos aliados como Reino Unido y Francia, condenaron el “goteo de ayuda” humanitaria que Estados Unidos e Israel presentan como gesto de compasión, mientras civiles mueren en los puntos de distribución. La Asamblea General de la ONU, con un 98 % de votos a favor, respaldó el reconocimiento de un Estado palestino libre, dejando a Washington e Israel en un aislamiento histórico junto a un puñado de cómplices.

En América Latina, Bolivia y Colombia rompieron relaciones diplomáticas con Israel, mientras en Brasil, Chile y Argentina los movimientos sociales organizan boicots, vigilias y marchas masivas. La interceptación de la Flotilla Sumud en octubre —con activistas como Greta Thunberg detenidos— solo avivó la indignación global. Desde Buenos Aires hasta Estambul, el clamor es unánime: alto al genocidio.

Un rugido popular contra el imperialismo

El rechazo no es solo diplomático; es profundamente popular. En redes y plazas, desde X hasta TikTok, se denuncia la propaganda sionista financiada por Washington, que intenta disfrazar la barbarie con campañas digitales. En América Latina, cuna de resistencias anticoloniales, la causa palestina trasciende las fronteras: es la misma lucha contra el imperialismo que libraron nuestros pueblos.

Incluso dentro de Estados Unidos, el 60 % de la ciudadanía exige el fin de los ataques israelíes. Legisladores, artistas y líderes sociales rompen el silencio, calificando los hechos de genocidio. La Corte Internacional de Justicia y el Tribunal Penal Internacional han emitido resoluciones, pero Washington responde sancionando a jueces y fiscales, revelando que su “orden basado en reglas” es una farsa cuando se trata de Palestina.

Latinoamérica puede liderar la dignidad

Cada bomba que cae sobre Gaza lleva el sello de la complicidad estadounidense, pero también la semilla del cambio. La historia enseña que los imperios caen cuando los pueblos se unen. La Flotilla Sumud, las huelgas en Italia, las resoluciones de la ONU y las marchas en Santiago y Bogotá demuestran que la humanidad está despertando.

América Latina, con su legado de lucha y solidaridad, debe dar un paso adelante: boicotear productos de los asentamientos ilegales, exigir sanciones contra Israel y presionar a los gobiernos para reconocer plenamente al Estado palestino. La libertad de Palestina no es una opción política; es un deber moral y humano.

Un grito que no callará

El genocidio en Gaza no es un conflicto lejano: es el espejo del mundo que el neocolonialismo estadounidense intenta preservar, donde unos pocos deciden quién vive y quién muere. Desde esta región de rebeldías —América Latina, cuna de revoluciones— debe alzarse un mensaje claro: no seremos cómplices. Palestina libre no es solo un grito: es una promesa que los pueblos cumplirán, juntos, frente a la maquinaria de muerte que sostiene el imperio.

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