El centro histórico de Lima, Perú, fue testigo de una masiva movilización durante la tarde del viernes 5 de abril, donde ciudadanos y diversas organizaciones sociales expresaron su descontento con el gobierno…
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Dina Boluarte: Navidad de discursos mientras el Perú sangra

Con el árbol de Navidad de Palacio como fondo y un mensaje cargado de optimismo, la presidenta Dina Boluarte envió sus saludos a los peruanos por las fiestas de fin de año. Sin embargo, su discurso sobre el desarrollo y los sueños contrasta brutalmente con la realidad de un país marcado por el luto, el hambre y la inseguridad, producto de la implementación de una política económica que desfavorece a las grandes mayorías del país y favorece solamente a un grupo pequeño de ciudadanos.
«Este 2024 fue un año de grandes retos, pero juntos hemos logrado poner al Perú en el camino del desarrollo», afirmó la mandataria, omitiendo que en los últimos meses el país ha sido sacudido por más de 190 conflictos sociales activos, según la Defensoría del Pueblo. Estos conflictos, en su mayoría socioambientales, han dejado heridos, enfrentamientos y paralizaciones en regiones clave como Apurímac, Cusco, y Loreto.
Pero el desarrollo del que habla Boluarte no llega a los más vulnerables. En un país donde el 30.1 % de la población vive en pobreza (INEI 2024), las palabras de aliento suenan huecas. En zonas rurales, esa cifra supera el 40 %, con comunidades campesinas y nativas soportando los mayores golpes de la desigualdad. Además, el drama de la anemia infantil persiste: más del 39 % de niños menores de 5 años sufren esta condición, mientras que la desnutrición crónica afecta al 12.2 % en estas mismas edades.
La inseguridad también marcó el año. Según cifras recientes del Ministerio del Interior, los homicidios crecieron un 18 % en 2024, alcanzando niveles alarmantes en ciudades como Trujillo, Chiclayo y Piura, convertidas en epicentros de la violencia y el crimen organizado. Las calles son un reflejo de la desesperanza: robos, extorsiones y feminicidios han dejado claro que la seguridad ciudadana sigue siendo un reto que el Gobierno no ha sabido enfrentar.
Mientras tanto, la herida más profunda del gobierno Boluarte sigue sin cerrarse. Las protestas que marcaron su ascenso al poder dejaron más de 49 muertos y cientos de heridos, por los cuales Boluarte está siendo investigada por el Ministerio Público, en su mayoría campesinos y pobladores indígenas de los departamentos de Ayacucho, Puno y Apurímac. Estas comunidades, lejos de ver algún desarrollo, enfrentan el abandono estatal y la represión como respuesta a sus demandas de respeto a la democracia y la voluntad popular expresada en las urnas.
«El mejor regalo para el país desde el Gobierno es seguir trabajando por los sueños y metas que cada ciudadano posee», afirmó la presidenta. Sin embargo, ¿qué sueños puede tener una madre que llora a su hijo muerto en una protesta? ¿Qué metas pueden alcanzar los millones de peruanos que aún eligen entre comer o enviar a sus hijos al colegio?
En un Perú dividido por el centralismo, la desigualdad y la indiferencia del sistema imperante, el mensaje de Boluarte suena más a una postal navideña enviada desde una burbuja. Feliz Navidad, presidenta, pero recuerde: el desarrollo no se construye con discursos, sino con justicia social y económica.