Cultura
La película «Civil War» transmite un mensaje más peligroso que la violencia que muestra en pantalla

(CNN) — Un mes después de que Rusia invadiera Ucrania en 2022, el historiador Yuval Noah Harari hizo una audaz afirmación que parecía delirante.
Harari hizo esta afirmación en un ensayo sobre el heroísmo del pueblo ucraniano. Elogiaba al asediado presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, que se negó a huir de su país cuando la muerte parecía segura, diciendo a sus posibles salvadores que necesitaba munición, no un viaje. Se maravilló ante los soldados ucranianos de la Isla de las Serpientes, superados en número, que dijeron a un buque de guerra ruso «váyanse a la mi**da», y ante los civiles que bloquearon los tanques rusos con sus cuerpos.
«En última instancia, las naciones se construyen sobre historias», dijo Harari, autor de «Sapiens: A Brief History of Humankind». «Cada día que pasa añade más historias que los ucranianos no solo contarán en los oscuros días que se avecinan, sino en las décadas y generaciones venideras… Este es el material con el que se construyen las naciones. A largo plazo, estas historias cuentan más que los tanques».
Pero hay otro tipo de historias que están ganando terreno en Estados Unidos: las que pueden hacer que una nación se desmorone. La nueva película de moda, «Civil War», que ha recaudado más de US$ 100 millones en todo el mundo en taquilla, es el ejemplo más reciente de una tendencia inquietante: parece que ya no sabemos contar historias bien elaboradas que contrarresten las que describen la democracia estadounidense como condenada al fracaso.

En «Civil War», los tanques pisotean la democracia. La película describe un futuro cercano en el que Estados Unidos está desgarrado por la secesión de regiones y la violencia de las milicias. Presenta a un líder fascista en la Casa Blanca, un intento de golpe de Estado y estadounidenses que se matan despreocupadamente en las calles. Un crítico la calificó de «intento muy directo del guionista y director Alex Garland de imaginar lo inimaginable en Estados Unidos».
Es difícil imaginar otro futuro para EE.UU. si tenemos en cuenta la popularidad de películas como «Civil War». La mayoría de las historias sobre el estado de Estados Unidos que ganan adeptos en la cultura popular son las que acaban en su fracaso. Son lo contrario de las historias esperanzadoras y unificadoras que cualquier país necesita para superar tiempos difíciles.
«Civil War» forma parte de un creciente género de entretenimiento que, tomando prestada una frase del expresidente Donald Trump, podría llamarse «carnicería estadounidense». Películas y programas de televisión distópicos como «The Walking Dead», «The Purge», «The Hunger Games», «The Handmaid’s Tale» y «The Last of Us» imaginan un futuro infernal en Estados Unidos desencadenado por un colapso medioambiental, político o cívico.
Los thrillers distópicos no tienen nada de malo. Sirven de advertencia y son tan antiguos como el libro del Apocalipsis. Pero los mensajes que envían pueden ser más peligrosos que la violencia representada en pantalla: El colapso de la democracia es inevitable. Los estadounidenses nunca podrán trascender su tribalismo. La resistencia es inútil.
Algo va mal cuando producimos historias sobre superhéroes vestidos de licra que se unen en diferentes galaxias para salvar el universo, pero no podemos contar una historia popular que muestre a los estadounidenses uniéndose para salvar a nuestro país.
«Casablanca» ofrece una lección a los estadounidenses de hoy
Antes no era así. Hubo otra época en la que la democracia en Estados Unidos estaba amenazada, y los cineastas respondieron haciendo películas conmovedoras destinadas a levantar el espíritu de los estadounidenses y equiparlos para las batallas que les esperaban.
Pensemos en «Casablanca», la película clásica de 1942. Es la prueba de que se puede contar una historia apasionante sobre el patriotismo sin caer en la ñoñería o el aburrimiento. En la película, Humphrey Bogart interpreta a Rick, el cínico propietario de un club nocturno marroquí al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La película se recuerda hoy en día por sus frases clásicas («Aquí estaré mirandote, niña»; «Siempre nos quedará Paris»; «Reúne a los sospechosos habituales»).
Sin embargo, hay otra frase clásica pronunciada por Rick: «Yo no me juego el cuello por nadie», que apunta a razones más profundas por las que se hizo «Casablanca». La película se sitúa antes de Pearl Harbor, cuando muchos estadounidenses no querían involucrarse en un conflicto europeo. La maquinaria de guerra nazi de Adolf Hitler parecía imparable. El fascismo marchaba por todo el mundo. El futuro de la democracia parecía sombrío.
Rick responde a la inminente crisis con apatía y cinismo. Pero cuando su antiguo amor, interpretado por la actriz Ingrid Bergman, entra en su club una noche, no solo reaviva su romance, sino también su idealismo.
«La película era un grito de guerra patriótico que afirmaba un sentido de propósito nacional», escribió Cristóbal S. Berry-Cabán en un ensayo. «La película enfatizaba el esfuerzo de grupo y el valor de los sacrificios individuales por una causa mayor. Presentaba la Segunda Guerra Mundial como una guerra popular, en la que un grupo diverso de personas y orígenes étnicos se unen, se ponen a prueba y se moldean para formar una fuerza dedicada a luchar contra el fascismo».
Otras películas de la época tomaron decisiones narrativas similares. El legendario director de Hollywood Frank Capra filmó una serie de siete películas patrióticas durante la Segunda Guerra Mundial titulada «Why We Fight», que movilizaba a los estadounidenses en la lucha contra el fascismo.
El artista Frank Sinatra, modelo de la masculinidad estadounidense de mediados del siglo XX, protagonizó un cortometraje titulado «The House We Live In». Hoy sería calificado de «woke» (usado para describir a personas que despertaron a las cuestiones progresistas y están alertas a las injusticias). En la película, Sinatra interviene cuando ve a un grupo de jóvenes persiguiendo a un chico judío. Les dice que «la religión no hace ninguna diferencia, excepto para un nazi o alguien estúpido». La película fue finalmente seleccionada por la Biblioteca del Congreso por su importancia «cultural e histórica».
Sinatra grabaría más tarde una canción con el mismo título que la película, que interpretaría a lo largo de su carrera. Incluía versos como «Los rostros que veo. Todas las razas y religiones. Eso es Estados Unidos para mí».
Otras películas de la época de la Segunda Guerra Mundial como «Don’t be a Sucker», que hacía hincapié en la tolerancia racial y religiosa en Estados Unidos, enfatizaban el mismo mensaje. Se hizo viral después de la manifestación neonazi de 2017 en Charlottesville, Virginia.
Esas películas en blanco y negro pueden parecer anticuadas e idealistas en un Estados Unidos que ha pasado por la guerra de Vietnam, Watergate, el 11-S y el 6 de enero. Pero un país necesita una historia unificadora como un ser humano necesita oxígeno.
«Las historias son esenciales para mantener unida a una nación», afirma Kermit Roosevelt III, historiador y autor de «The Nation That Never Was: Reconstructing America’s Story». «Tienes que tener algo que motive a la gente a hacer sacrificios por la nación. Si vas a luchar en una guerra, tienes que tener gente dispuesta a dar su vida. Pero más a menudo pedimos a la gente que se sacrifique por los demás, que soporte cargas, promueva la justicia y ayude a los menos afortunados».
Eso no significa que volvamos a los días en que se hacían torpes películas de propaganda. Pero Roosevelt dice que debemos tener en cuenta que la mayoría de las historias contienen algunos elementos de propaganda.
«Tenemos la idea de que la propaganda es mala o la ideología es mala», dice Roosevelt. «Pero creo que la historia y la educación son inherentemente ideológicas, y ahí hay una perspectiva y estás tratando de impartir lecciones».
Lo que unió a Reagan y Obama
Algunos de los líderes políticos más dotados de Estados Unidos conocían bien esa lección. Dos de los presidentes más influyentes de los últimos tiempos -Ronald Reagan y Barack Obama- eran maestros de la narración. Contaron historias que hicieron que los estadounidenses creyeran en la democracia, en los demás y en el futuro de su país.
Las habilidades de Reagan se pusieron de manifiesto cuando, en su discurso de despedida, contó una historia sobre la vitalidad de Estados Unidos que recordaba a «The House We Live In» de Sinatra. Dijo que la fuente de la grandeza de Estados Unidos eran los inmigrantes.
«Mientras otros países se aferran al rancio pasado, aquí en Estados Unidos insuflamos vida a los sueños», dijo Reagan. «Gracias a cada oleada de recién llegados a esta tierra de oportunidades, somos una nación siempre joven, siempre rebosante de energía y nuevas ideas, y siempre a la vanguardia, siempre liderando al mundo hacia la siguiente frontera. Esta cualidad es vital para nuestro futuro como nación».
El expresidente Obama citó su historia personal como una razón para creer en Estados Unidos, a pesar de la historia del país de no estar a la altura de sus ideales. Hijo de madre blanca de Kansas y padre negro de Kenia, Obama dijo que su trayectoria hasta la prominencia nacional era una prueba de que el sueño americano era posible.
«Estoy aquí sabiendo que mi historia forma parte de la gran historia estadounidense, que tengo una deuda con todos los que vinieron antes que yo y que, en ningún otro país de la Tierra, mi historia es posible», dijo durante su discurso en la Convención Nacional Demócrata de 2004, que acabaría catapultándole a la Casa Blanca.
Es fácil descartar la narrativa de Reagan y Obama como producto de hábiles redactores de discursos. ¿Qué candidato no llama grande a Estados Unidos o promete que todo es posible en la tierra de los libres y el hogar de los valientes?

Pero la figura política estadounidense dominante de los últimos años no suele contar historias tan unificadoras sobre su país. El expresidente Trump acuñó el término «carnicería estadounidense» durante su discurso de investidura de 2017. Él describe rutinariamente un Estados Unidos que se parece más al estado fallido representado en la película «Civil War», con su declaración en enero de que «somos una nación en declive, somos una nación en decadencia».
Contar ese tipo de historias no ha parecido perjudicar a Trump más de lo que perjudicó a los creadores de «Civil War». Y, a decir verdad, las historias de la grandeza estadounidense pueden sonar huecas a los descendientes de los estadounidenses esclavizados, a los japoneses-estadounidenses internados durante la Segunda Guerra Mundial, y a los consternados hoy por políticos y jueces que desprecian las normas democráticas.
¿Cómo podemos contar en la actualidad una historia que no ignore la brutalidad de la historia estadounidense, pero que al mismo tiempo inspire esperanza para el futuro?
Hay otra figura del pasado que puede ayudarnos.
Defender emocionalmente la democracia
Walt Whitman, el escritor del siglo XIX apodado «el poeta de la democracia», dijo que Estados Unidos era su mayor poema. A través de la poesía, Whitman hizo lo que muchos parecen incapaces de hacer hoy: convirtió la democracia multirracial y multirreligiosa de EE.UU. en algo visceral y emocionante, no en una lección de civismo.
En «Songs of Myself», Whitman describió vívidamente a Estados Unidos como «la nación de muchas naciones» y dijo de sí mismo y de su país: «De todos los colores y castas soy, de todos los rangos y religiones».
Si leemos a Whitman hoy, nos sorprenderá su amplia definición de lo que significa ser estadounidense. No excluye a nadie: trata con igual reverencia al «barquero y almejero, al granjero, al diácono, al esclavo fugitivo, a la prostituta y al presidente, porque cada átomo me pertenece a mí como el bien te pertenece a ti».
El historiador Ian Beacock dijo que Whitman ofrece una respuesta a quienes se preguntan cómo defender la democracia frente a las historias que predicen su desaparición. Sugiere que adopten el enfoque de Whitman: «Exponer un argumento emocional a favor de la democracia que atraiga tanto a los que ya poseen poder como a los que aún no lo tienen».
Empieza por ser honesto sobre el atractivo de otros modos de gobierno, como el fascismo, dice.
«Es obvio que ser libre e igual es mejor que ser dominado», escribió Beacock. «Pero ¿es mejor que dominar? Ejercer el poder sobre los demás también es un sentimiento seductor, aunque oscuro y peligroso».
Muchas democracias simplemente «se deshacen» porque sus ciudadanos se vuelven complacientes, afirma Beacock. La democracia es difícil de mantener debido a sus constantes demandas de compromiso. La gente suele buscar alternativas que parezcan menos laboriosas, afirma.
Whitman contaba historias sobre la democracia que despertaban los sentimientos de la gente, no solo su intelecto, dice Beacock.
«Esta es quizá la principal contribución de Whitman al pensamiento y la práctica democráticos: el recordatorio de que los defensores de la democracia no deben descuidar los sentimientos políticos (‘La lógica y los sermones nunca convencen’) y que el autogobierno debe apelar al corazón humano si quiere durar mucho tiempo».
Necesitamos una nueva forma de contar la historia de Estados Unidos
Una vez le preguntaron al filósofo austriaco Ivan Illich cuál era la forma más revolucionaria de cambiar una sociedad. Respondió:
«Ni la revolución ni la reforma pueden en última instancia cambiar una sociedad, más bien hay que contar una nueva historia poderosa, una tan persuasiva que barra con los viejos mitos y se convierta en la historia preferida, una tan inclusiva que reúna todos los retazos de nuestro pasado y nuestro presente en un todo coherente, una que incluso arroje algo de luz sobre nuestro futuro para que podamos dar el siguiente paso…».
La forma en que los estadounidenses de 2024 decidan contar su historia nacional es objeto de debate. Sin embargo, lo que no debería ser objeto de debate es la necesidad de tales historias. ¿No es hora de que contemos una nueva historia de un futuro Estados Unidos en el que la Casa Blanca no arda en llamas y los ciudadanos no se maten unos a otros?
El éxito de taquilla de «Civil War» asegura, sin embargo, que es probable que nos lleguen más historias de «carnicería estadounidense». Aunque la película no toma partido político, amplifica el mismo mensaje que los autócratas de Rusia y China transmiten con su propaganda: Estados Unidos está irremediablemente dividido y degenerado, y la democracia está condenada.
Quizá sea hora de redescubrir lo que los estadounidenses de otra época sabían. Esas viejas películas en blanco y negro sobre lo que hace especial a Estados Unidos pueden parecer cursis ahora. Pero comprendían que hay que defender la democracia no solo con tanques, sino con historias conmovedoras que resuenen en las generaciones venideras.
Si creen que la democracia está amenazada en Estados Unidos, encuentren un «nuevo cuento poderoso» que nos inspire a creer que tiene futuro.
Pero no nos cuenten trivialidades ni nos des una lección de civismo.
Cuéntennos una historia.
John Blake es redactor jefe de CNN y autor de «More Than I Imagined: What a Black Man Discovered About the White Mother He Never Knew».
Cultura
MINCUL retrocede parcialmente en recorte de protección a Líneas de Nazca, pero críticas persisten

Lima, 8 de junio de 2025 – En medio de la creciente presión pública y el rechazo de especialistas, el Ministerio de Cultura (MINCUL) dejó sin efecto el polémico artículo 1 de la Resolución Viceministerial N° 128-2025/VMPCIC/MC, que reducía en un 42% el área protegida de las Líneas y Geoglifos de Nazca, patrimonio mundial reconocido por la UNESCO.
La decisión fue oficializada mediante la Resolución Viceministerial N° 134-2025/VMPCIC/MC, publicada hoy, y restituye la extensión protegida de 5,633.47 km², conforme al plan perimétrico vigente desde 2004. No obstante, la medida solo anula parcialmente la norma cuestionada y mantiene vigentes sus demás disposiciones, lo que ha generado dudas sobre la verdadera voluntad del Ejecutivo para garantizar la protección integral del sitio arqueológico.

Especialistas en patrimonio han advertido que este paso es insuficiente. “Revocar un solo artículo no resuelve el problema de fondo. El peligro para las líneas no solo era el recorte territorial, sino también la permisividad ante actividades como la minería ilegal o el crecimiento urbano sin control”, sostuvo un arqueólogo consultado, quien pidió una revisión integral de la política de conservación.
El MINCUL ha anunciado la conformación de una mesa técnica multisectorial para revisar la gestión del área, aunque todavía no hay fecha definida ni se conocen los actores que la integrarán. En tanto, las críticas persisten desde la comunidad académica y de organismos internacionales, incluida la propia UNESCO, que ha reiterado la necesidad de salvaguardas más robustas y sostenidas en el tiempo.
Cultura
Imagine Dragons cierra concierto en Milán con gesto de solidaridad: «Palestina libre»

Milán, 31 de mayo de 2025.- La reconocida banda estadounidense Imagine Dragons culminó su concierto en el Ippodromo de Milán con un contundente mensaje de apoyo a Palestina, al ondear una bandera palestina en el escenario. Durante el cierre del espectáculo, parte de su gira mundial, el vocalista Dan Reynolds recibió una bandera lanzada por el público, la desplegó y la llevó sobre sus hombros, acompañando el gesto con un mensaje implícito de «Palestina libre».
El momento, capturado por los asistentes y viralizado en redes sociales, desató una ola de aplausos y también críticas debido a la actuación de la banda en Tel Aviv en 2023, a pesar de los llamados a boicotear eventos en Israel.
El gesto se produce en un contexto de creciente solidaridad global con Palestina, en medio de la crisis humanitaria en Gaza, donde el Ministerio de Salud local reporta más de 54,000 fallecidos, principalmente mujeres y niños, tras meses de conflicto. La acción de Imagine Dragons se suma a la de otros artistas, como Green Day en Coachella, que han utilizado sus plataformas para visibilizar la causa palestina.Sin embargo, el historial de la banda ha generado debate en redes, con algunos elogiando su valentía y otros cuestionando su coherencia
El concierto, que congregó a miles de fanáticos, no solo destacó por su energía musical, sino también por este acto político que refuerza el llamado a la atención internacional sobre la situación en Gaza. Imagine Dragons no ha emitido un comunicado oficial sobre el gesto, pero su impacto ya resuena en el panorama global.
Costumbre y tradiciones
Semana Santa 2025 en Perú: Fervor religioso y riqueza cultural en Costa, Sierra y Selva

Lima – La Semana Santa 2025, celebrada del 13 al 20 de abril, ha sumergido al Perú en un profundo ambiente de devoción, reflexión y tradiciones culturales. Con feriados nacionales el Jueves y Viernes Santo (17 y 18 de abril), miles de peruanos y turistas participan en procesiones, misas y actividades que fusionan la fe católica con el legado ancestral en las principales ciudades de la Costa, Sierra y Selva. A continuación, un recorrido por las celebraciones más destacadas de esta festividad, una de las más significativas del calendario cristiano, junto con un vistazo a cómo se vive en otros países de América Latina.
Costa: Solemnidad y tradiciones urbanas
En la Costa, Lima, la capital, lidera las celebraciones con un enfoque urbano pero cargado de espiritualidad. El Centro Histórico se convierte en el epicentro de actividades religiosas, con iglesias como la Catedral de Lima y San Francisco acogiendo misas solemnes y procesiones. El Domingo de Ramos (13 de abril) marcó el inicio con la bendición de palmas en la Plaza Mayor, seguida de la recreación de la entrada de Jesús a Jerusalén. El Jueves Santo, la tradición del recorrido por las siete iglesias atrajo a multitudes que visitaron templos históricos como La Merced y Santo Domingo, reflexionando sobre la Pasión de Cristo. El Viernes Santo, la representación del Vía Crucis, liderada por el actor Mario Valencia desde el Cercado hasta el Cerro San Cristóbal, congregó a cientos de fieles, acompañados por estrictas medidas de seguridad.

En Piura, especialmente en el distrito de Catacaos, la Semana Santa, reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación, destacó por su misticismo. La procesión del Señor de la Piedad y la Virgen Dolorosa recorrió calles adornadas con alfombras florales, mientras los devotos entonaban cánticos en quechua y español. La gastronomía local, con platos como el sudado de trucha y rosquitas de anís, complementó la experiencia. En Ica, la procesión del Señor de Luren movilizó a miles de peregrinos, quienes acompañaron la imagen con velas y rezos, en un recorrido lleno de sahumerios y fervor religioso.
Sierra: Fusión de devoción católica y herencia andina
En la Sierra, Ayacucho reafirmó su título como la “Capital de la Semana Santa” con una programación que combina arte, fe y tradiciones andinas. Desde el Domingo de Ramos, las calles se llenaron de alfombras de flores y aserrín, un espectáculo que atrae a turistas nacionales e internacionales. La Procesión del Señor de la Agonía, el Jueves Santo, y la del Santo Sepulcro, el Viernes Santo, fueron los eventos más emotivos, con fieles cargando pesadas imágenes religiosas al ritmo de bandas de viento. La ciudad espera haber recibido a más de 50,000 visitantes, generando un impacto económico significativo. Además, los mercados locales ofrecieron retablos y textiles, mientras los visitantes degustaron el chupe de viernes, una sopa tradicional sin carne roja.

En Cusco, la Semana Santa fusionó el legado inca con el catolicismo. La procesión del Señor de los Temblores, una imagen venerada por proteger a la ciudad de terremotos, recorrió el centro histórico el Lunes Santo, adornada con flores rojas de ñucchu, símbolo de la sangre de Cristo. La Plaza San Francisco fue el punto de partida del Vía Crucis, que culminó en la Cruz del Papa en Sacsayhuamán. La música andina y los dulces típicos, como maicillos y suspiros, enriquecieron la experiencia cultural. En Huancavelica, menos conocida pero igualmente fervorosa, la procesión de la Virgen Dolorosa destacó por los trajes tradicionales y la música local, reflejando la identidad de la sierra central.
Selva: Espiritualidad en armonía con la naturaleza
En la Selva, las celebraciones son más íntimas pero igualmente significativas. En Iquitos, capital de Loreto, la Semana Santa se vivió con procesiones que recorrieron calles bajo un clima cálido y húmedo, con temperaturas cercanas a los 30 °C. La procesión del Cristo Resucitado, el Domingo de Resurrección, se acompañó de danzas tradicionales y bebidas como el masato, elaborado con yuca fermentada. Los visitantes aprovecharon para explorar la biodiversidad amazónica, con paseos en bote por el río Amazonas y visitas a comunidades nativas como los Boras y Yaguas.

En Puno, aunque geográficamente en el altiplano, las celebraciones reflejaron influencias selváticas y andinas. La procesión del Viernes Santo, con el lago Titicaca como telón de fondo, combinó cánticos católicos con danzas tradicionales, atrayendo a devotos y turistas. La comunidad participó activamente en misas y ferias gastronómicas, donde se degustaron platos como el sudado de trucha.
Semana Santa en América Latina
La Semana Santa trasciende las fronteras peruanas, siendo una festividad profundamente arraigada en América Latina. En México, la ciudad de Taxco destaca por sus procesiones donde los penitentes cargan cruces y cadenas, mientras en San Cristóbal de las Casas se realizan altares vivientes y representaciones teatrales de la Pasión. En Guatemala, Antigua Guatemala se convierte en un lienzo de alfombras de aserrín y flores, similares a las de Ayacucho, que acompañan procesiones como la del Cristo Yacente. En Colombia, Popayán es famosa por sus procesiones nocturnas, declaradas Patrimonio Inmaterial por la UNESCO, donde las imágenes religiosas son llevadas por cofradías centenarias. En Brasil, las celebraciones en Ouro Preto combinan misas solemnes con música barroca, mientras que en Salvador de Bahía se integran elementos afrobrasileños. Estas manifestaciones reflejan la diversidad de la región, uniendo la herencia colonial con tradiciones indígenas y africanas, en un mosaico cultural que dialoga con las celebraciones peruanas.

Impacto cultural y económico
La Semana Santa 2025 no solo ha sido un momento de recogimiento espiritual, sino también una oportunidad para la reactivación económica. En Arequipa, por ejemplo, se proyectó la llegada de 50,000 turistas, generando entre S/15 y S/25 millones en ingresos, con destinos como el Valle del Colca y el Monasterio de Santa Catalina como favoritos. En Ayacucho, la afluencia de visitantes impulsó el comercio de artesanías y la gastronomía local. Además, el turismo religioso, como el recorrido por las siete iglesias en Lima, Cusco y Arequipa, se consolidó como una práctica que une fe y cultura.
Tradiciones gastronómicas y reflexión
A lo largo del país, la gastronomía reflejó la tradición de abstenerse de carne roja. En la Costa, el escabeche de pescado y el chupe de camarones fueron protagonistas; en la Sierra, el chupe de viernes y dulces como los maicillos; y en la Selva, bebidas como el masato y platos a base de pescado. Estas preparaciones, transmitidas de generación en generación, unieron a las familias en torno a la mesa.

La Semana Santa 2025 en Perú ha sido, una vez más, una manifestación de la diversidad cultural y religiosa del país. Desde las solemnes procesiones de Lima hasta las coloridas alfombras de Ayacucho y las danzas en Puno, esta festividad invita a peruanos y visitantes a reconectar con la fe, la historia y las raíces de una nación vibrante, en sintonía con las ricas tradiciones de América Latina.
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