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Pobladores de Alto Huallaga expulsan a Minera Huallaga por contaminación y daños ambientales

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La lucha por la supervivencia de los ecosistemas y la salud de miles de personas en la provincia de Leoncio Prado, Huánuco, dio un giro drástico esta semana, cuando los pobladores de Santo Domingo de Anda y Pueblo Nuevo decidieron tomar la justicia en sus propias manos ante la inacción del Estado. En un acto de desesperación y cansados de las promesas incumplidas de las autoridades, los habitantes de estos distritos expulsaron a los trabajadores y maquinarias de la minera Huallaga SAC, acusada de causar graves daños a la flora, fauna y las fuentes de agua en la región.

Durante dos noches consecutivas, la población se autoconvocó y se dirigió hacia las cuencas de los ríos Almendra y Libertad, donde la minera operaba de manera ilegal, extrayendo oro a gran escala. En una de las intervenciones, los vecinos lograron que las retroexcavadoras abandonaran la zona, escoltando las maquinarias hasta la Carretera Marginal. Los pobladores, visiblemente indignados, advirtieron que no tolerarán el regreso de la minera, que ya había sido objeto de una intervención fiscal en 2023, pero que de manera desafiante, había reanudado sus actividades con los mismos equipos. Como podemos ver a los pobladores de Santo Domingo de Anda, Sector Árabe y aledaños en el siguiente link https://acortar.link/nEIPCh publicado por Radio Luz de Aucayacu.

El conflicto se ha intensificado debido a la continua destrucción de los recursos naturales de la región. Según los denunciantes, las actividades mineras han alterado el cauce de los ríos, contaminando el agua con mercurio y poniendo en grave peligro la vida de miles de personas que dependen de estos recursos. En particular, los agricultores, pescadores y las comunidades locales se enfrentan a una crisis ecológica que amenaza no solo sus medios de vida, sino su salud.

Tardía reacción del Gobierno Regional de Huánuco ante la minería de Alto Huallaga

La minería ilegal y la falta de control estatal han devastado los cultivos agrícolas que son el sustento de estas comunidades. Cacao, plátano, arroz y café – productos vitales para la economía local – se han visto gravemente afectados por la contaminación del agua y el desvío de los ríos. Elena Encarnación, agricultora de la zona, denuncia: “Nos roban el agua y la vida. La minería está destruyendo nuestras cosechas y, con ellas, nuestras familias”.

El daño no solo es ambiental, sino también social y económico. En Pueblo Nuevo, las concesiones mineras se otorgan sin consulta previa a la población, violando principios básicos de participación comunitaria y afectando a los agricultores que luchan por mantener sus tierras productivas. Carlos Álvarez, poblador de la zona, asegura que la situación es crítica: «Nos están quitando el agua, nos están matando», refiriéndose a la contaminación de los cuerpos de agua con mercurio, un veneno utilizado en la minería aurífera que amenaza no solo la salud humana, sino también los ecosistemas acuáticos.

Los piscicultores tampoco son ajenos a esta tragedia. Jhon Pullido, gerente de una empresa piscícola en el sector de Villasol de Arabe, denuncia cómo los desvíos de los ríos han afectado gravemente la producción de peces. “Nuestros ríos se están secando, y la gente está perdiendo todo. Este es un alimento vital para las familias, y la minería está acabando con eso”, señala.

Evidente el daño ambiental que vienen generando y la contaminación de los recursos hídricos

La situación en Alto Huallaga es la consecuencia de años de desregulación, indiferencia estatal y de la creciente expansión de la minería sin ningún control ambiental efectivo. En 2023, la Fiscalía de la provincia de Leoncio Prado intervino las maquinarias de la Minera Huallaga debido a la destrucción del ecosistema, pero a pesar de las promesas de no devolverlas a la empresa, los equipos fueron regresados meses después. Esta descoordinación entre las autoridades y la falta de sanciones efectivas han permitido que la minera continúe con sus operaciones destructivas.

El año 2024 ha sido el de la gota que colmó el vaso. En medio de la crisis ambiental, el Consorcio Río Huallaga, una iniciativa pública privada, ha presentado un proyecto para la defensa ribereña del río Huallaga y el mejoramiento de la infraestructura del aeropuerto de Tingo María, lo que podría ser un intento tardío de mitigar los daños en la región. Sin embargo, muchos se preguntan si estas medidas serán suficientes o si, al igual que las intervenciones fiscales, se quedarán en el papel mientras las comunidades siguen sufriendo.

La lucha de los pobladores de Alto Huallaga es un llamado de alerta. La minería ilegal, sumada a la falta de regulación y la indiferencia de las autoridades, está destruyendo no solo la naturaleza, sino también la vida de miles de peruanos. ¿Cuánto más tendrán que esperar estas comunidades para que sus voces sean escuchadas? ¿Hasta cuándo el oro seguirá arrasando con el futuro de las familias en Santo Domingo de Anda y Pueblo Nuevo? El tiempo corre, y el grito de auxilio sigue sin respuesta.

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Agricultura

Southern Copper Corporation y el Estado peruano ignoran demandas de las comunidades campesinas de Apurímac

Redactor

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En el distrito de Tapairihua, provincia de Aymaraes, Apurímac, las comunidades campesinas han alzado su voz contra la presencia de la minera Southern Copper Corporation, denunciando que ni la empresa ni el Estado peruano han atendido sus demandas. Los comuneros, que dependen de la agricultura y la ganadería como pilares de sus actividades ancestrales y su subsistencia, aseguran que las operaciones mineras están afectando gravemente sus tierras, fuentes de agua y medios de vida. La falta de diálogo y soluciones concretas llevó a los pobladores a manifestar su descontento de manera contundente, incendiando el campamento minero de Choquemarca el pasado 14 de marzo.

Los habitantes de Tapairihua dejaron claro que no desean abandonar sus prácticas agrícolas y ganaderas, profundamente arraigadas en su cultura e identidad, para dar paso a proyectos extractivos que, según ellos, solo benefician a la empresa minera y no a sus comunidades. Denuncian que las actividades de Southern Copper Corporation han contaminado sus recursos hídricos y degradado las tierras que han trabajado por generaciones, poniendo en riesgo su seguridad alimentaria y su forma de vida.

Los comuneros, en un acto de desesperación, habrían prendido fuego al campamento minero

El incidente ocurrió en horas de la mañana de ese día, cuando los comuneros, en un acto de desesperación, prendieron fuego al campamento minero. Según Radio Titanka, los pobladores también han iniciado un paro indefinido, bloqueando carreteras y organizando movilizaciones para exigir el retiro definitivo de la minera de sus territorios. Sin embargo, las autoridades locales y nacionales no han mostrado avances significativos en atender las preocupaciones de las comunidades ni en establecer un diálogo genuino que respete sus derechos y prioridades.

Por su parte, la respuesta del Estado ha sido meramente policiaca. Más de 20 efectivos policiales destacados en la zona se vieron superados por los manifestantes y tuvieron que retirarse hacia el sector de Masupama, donde fueron apoyados por otro contingente policial. Un equipo de fiscales y policías se trasladó al área para investigar los daños y denunciar a los comuneros, pero hasta el momento no se han pronunciado sobre medidas concretas para abordar las demandas de los comuneros.

La Policía Nacional habría usado municiones durante la represión de los comuneros

Este conflicto pone en evidencia la histórica desatención del Estado peruano y de empresas privadas como Southern Copper Corporation hacia las comunidades campesinas, que solo buscan proteger sus territorios y recursos naturales. La ausencia de soluciones reales y el menosprecio a las actividades tradicionales de Tapairihua han generado un clima de tensión que amenaza con escalar aún más, mientras las familias campesinas continúan defendiendo su derecho a vivir de la tierra que han trabajado durante siglos.

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Costumbre y tradiciones

Inti Raymi 2025: La Elección del Sapa Inca y el Renacer del Tawantinsuyo en el Corazón de Qosqo

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En el ombligo del mundo, donde la piedra aún susurra las glorias del Tawantinsuyo, Qosqo se prepara para recibir al Inti Raymi 2025, la sagrada Fiesta del Sol que renueva el pacto entre el hombre y el dios Inti. Pero antes de que el solsticio de invierno ilumine la fortaleza de Saqsaywaman, un momento crucial captura la atención de nuestra Hatun Llaqta: la elección del Sapa Inca, el hijo del Sol que encarnará el espíritu de Pachakutiq, el transformador del mundo, y liderará esta ceremonia milenaria.

La Empresa Municipal de Festejos del Cusco (EMUFEC) ha convocado a seis hombres de noble linaje espiritual —Edison Vidal Valencia, David Anca, Casimiro Quispe, Armando Condori Araoz, Edwin Monzón y Henry Aquino— quienes, tras un arduo proceso de selección, aguardan el veredicto que los ungirá como el Willaq Uma, el sumo sacerdote y soberano que hablará por el pueblo ante el Inti. No se trata solo de un papel teatral, sino de una responsabilidad sagrada: el elegido deberá portar la masqapaycha, el emblema imperial, con la dignidad que exige el legado de nuestros abuelos, y su voz en quechua resonará en Saqsaywaman como un eco de los tiempos en que el Tawantinsuyo abarcaba los cuatro suyus.

Buscando la mejor propuesta para representar al Inka en el Inti Raymi 2025

En las calles empedradas de Qosqo, los runas conversan con reverencia mientras caminan hacia el Qorikancha, donde los muros de oro espiritual aún custodian la memoria del Inti. Los nombres de los finalistas se pronuncian con respeto, y las familias debaten quién será el digno sucesor de los grandes incas para esta ceremonia que, más allá de su esplendor, es un acto de comunión con la Pachamama y el Hanan Pacha. Cada candidato ha demostrado no solo su destreza escénica, sino su comprensión profunda de los usus y las costumbres que forjaron nuestra cosmovisión: el ayni, la minka y el respeto al ciclo eterno de la vida.

Mientras el anuncio del Sapa Inca se acerca, los preparativos para el Inti Raymi alcanzan su apogeo. Los tejedores de Chinchero y Qolqepata hilan el oro y la plata de los trajes reales, los músicos ensayan las melodías que evocan el latir de la tierra, y las sacerdotisas del Sol, las ñustas, se alistan para rendir tributo con danzas que imitan el movimiento de los astros. En los fogones, las mamakuna preparan ofrendas de maíz y coca, mientras el aroma del watya y el qapchi llena el aire, recordándonos que esta fiesta no solo es espectáculo, sino también un retorno a nuestras raíces, un momento para agradecer y pedir por la fertilidad de la Pachamama.

Alcalde del Cusco, Luis Beltrán Pantoja Calvo, y el Directorio de la Empresa Municipal de Festejos del Cusco – EMUFEC, tienen la difícil e importante tarea

El Inti Raymi 2025, en su 81 aniversario desde su reinstauración en 1944, promete ser un puente entre el pasado y el futuro, un recordatorio de que el Tawantinsuyo no es solo historia, sino un espíritu vivo que late en cada runa que pisa esta tierra sagrada. Cuando el nombre del nuevo Inca sea revelado, el pueblo lo recibirá con qamya y wankas, alzando sus voces para que el Inti lo bendiga en su misión de guiarnos hacia un nuevo ciclo de luz.

Qosqo invita al mundo a ser testigo de esta celebración, pero también a comprender su esencia: no solo venimos a mirar, sino a sentir el peso de nuestra herencia. Que el Inti nos ilumine, que el Sapa Inca elegido sea digno de su linaje, y que el Tawantinsuyo renazca en cada corazón que se una a esta fiesta sagrada. ¡Kaypi Qosqo, kaypi Tawantinsuyo!

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Regional

Pescador peruano rescatado tras 95 días en altamar: «Pensar en mi madre me mantuvo vivo»

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Máximo Napa Castro, el pescador peruano de 46 años que sobrevivió 95 días perdido en altamar, finalmente pisó tierra firme en Paita, Piura, tras ser rescatado por un buque ecuatoriano. Su historia de resistencia ha conmovido al país, y su testimonio revela el poder de la esperanza en las condiciones más extremas.

Napa Castro zarpó el 7 de diciembre de 2024 desde San Juan de Marcona, Ica, a bordo de su embarcación artesanal «El Gatón 2», con la intención de pescar huevera. Sin embargo, tras perder contacto con su familia el 18 de diciembre, su paradero permaneció desconocido durante tres meses. «Pensé que no lo lograría», confesó entre lágrimas al reencontrarse con su hermano Pedro en Paita. Durante su odisea, enfrentó la deshidratación y el hambre, sobreviviendo con agua de lluvia, aves y pequeños peces que atrapaba con sus manos. «Hubo días que no llovía, y sentía que mi cuerpo no resistiría más», relató.

Lo que lo mantuvo vivo, asegura, fue pensar en su madre y su nieta recién nacida. «No podía rendirme. Cada día me decía: “Por mi madre, por mi familia, tengo que seguir. Ella fue mi fuerza”, expresó Napa, quien afirmó que la fe y los recuerdos de sus seres queridos le dieron el coraje para no desistir. El pescador fue hallado el 11 de marzo a 388 millas de la costa, frente a Chimbote, en un estado crítico pero consciente.

Tras recibir atención médica inicial en Paita, Máximo planea viajar a Lima y luego a Ica para reunirse con el resto de su familia, quienes ya preparan un emotivo reencuentro. Su caso también ha reavivado el debate sobre la seguridad de los pescadores artesanales en Perú, exigiendo mejores protocolos y sistemas de comunicación para evitar tragedias similares.

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