A pesar de ser apurimeña y de haber sido recibida con los brazos abiertos en estas tierras, Dina Boluarte no cumple con sus promesas y ahora los alcaldes de los 85 distritos…
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La suspensión de las investigaciones fiscales para blindar a Dina Boluarte

La reciente decisión del Tribunal Constitucional (TC) de suspender hasta el 2026 las investigaciones fiscales contra Dina Boluarte constituye un paso más en la consolidación de un Estado burgués al servicio de las élites económicas y políticas, y no de las mayorías populares. Lejos de ser un acto jurídico “neutral” o una defensa de la investidura presidencial, esta medida revela el verdadero funcionamiento del poder en el Perú: una justicia que no actúa como garante de derechos colectivos, sino como un mecanismo de blindaje para proteger a los gobernantes que aseguran la continuidad del modelo neoliberal y de las clases dominantes.
El Estado como aparato de dominación de clase
El Estado no es un árbitro imparcial, sino un instrumento de cohesión y dominación de la clase dirigente. El fallo del TC confirma esta premisa: se protege a Dina Boluarte no por sus méritos políticos ni por un genuino interés en la estabilidad institucional, sino porque ella representa un engranaje funcional a los intereses del gran capital, de los grupos empresariales y de las alianzas parlamentarias que sostienen el actual régimen.
Las más de 70 muertes en protestas populares, el escándalo del Rolexgate, las acusaciones por corrupción y encubrimiento son archivadas temporalmente no porque carezcan de sustento, sino porque su avance debilitaría a quien hoy garantiza la continuidad de un modelo extractivista, desigual y violento. El TC, lejos de ser un órgano de control, se convierte en correa de transmisión de la burguesía política y económica.
El blindaje como forma de “dictadura constitucional”
El artículo 117 de la Constitución, interpretado ahora como un escudo absoluto, se convierte en un instrumento de impunidad temporal. Lo que debía ser un límite preciso a las acusaciones es transformado en una “dictadura constitucional”, donde el presidente puede gobernar sin rendir cuentas mientras dure su mandato. Este blindaje no solo beneficia a Boluarte, sino que abre la puerta para que futuros mandatarios actúen bajo la misma lógica de impunidad garantizada.
La burguesía necesita estabilidad para sus negocios, no justicia social. Por eso, las instituciones se pliegan a garantizar la permanencia de un gobierno con apenas 3% de aprobación, repudiado en las calles, pero indispensable en los escritorios de banqueros, mineras y grandes corporaciones
El pueblo como víctima del pacto de impunidad
Mientras el TC suspende investigaciones, las familias de los asesinados en las protestas siguen esperando justicia. Mientras se blindan relojes de lujo y operaciones estéticas clandestinas, los barrios populares enfrentan hambre, desempleo e inseguridad. El mensaje es claro: la vida del pueblo no vale nada frente a la necesidad del sistema de proteger a sus representantes políticos.
Este blindaje profundiza la fractura entre el pueblo y sus instituciones. El descrédito del sistema no es un accidente, sino la consecuencia inevitable de un Estado que defiende privilegios de clase y reprime toda forma de organización popular.
Conclusiones
La suspensión de las investigaciones no es un hecho aislado, sino parte de un proceso más amplio. La crisis orgánica del Estado peruano ya no logra sostener ni siquiera sus formas más superficiales de legitimidad. El TC se suma al Congreso y al Ejecutivo en una alianza de mutua protección: una coalición dictatorial de las élites.
El panorama confirma que el Estado peruano no puede ser reformado desde dentro, pues está estructuralmente diseñado para sostener a los poderosos y blindar a quienes gobiernan en su nombre. La única salida real para romper este círculo de impunidad y violencia es la organización popular, la movilización social y la construcción de un poder alternativo que exprese los intereses de la clase trabajadora y de los sectores históricamente postergados.
El fallo del TC no protege a la democracia: protege al capital. Y mientras tanto, el pueblo sigue pagando con sangre, precariedad y silencio institucional la permanencia de un régimen ilegítimo.
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Xiomara Castro denuncia golpe electoral de EE.UU. y declara que Honduras no aceptará resultados manipulados por injerencia extranjera

Tegucigalpa, 9 diciembre 2026.– La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, anunció este lunes que su país no reconocerá unas elecciones “marcadas por la manipulación, el chantaje y la abierta injerencia extranjera”, en referencia al proceso del 30 de noviembre donde, según resultados preliminares, el candidato respaldado por Donald Trump, Nasry Asfura, aparece como virtual ganador. En un mensaje a la nación, Castro afirmó que “un pueblo soberano no se arrodilla ante ninguna potencia extranjera” y adelantó que presentará denuncias formales ante la ONU, la OEA y la CELAC para exigir la anulación total del proceso.
El detonante de la crisis fue el indulto presidencial otorgado por Donald Trump al narcotraficante convicto y ex presidente Juan Orlando Hernández, apenas 48 horas antes de los comicios. Hernández, condenado en Nueva York a 45 años de cárcel por introducir más de 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos, fue liberado y recibido como héroe por sectores del Partido Nacional, el mismo que postula a Asfura. Para el gobierno hondureño y amplios sectores populares, esta decisión constituye una intervención descarada de Washington para imponer un gobierno afín en Centroamérica, repitiendo el patrón del golpe de 2009 y el fraude de 2017.
Desde Perú, país que también ha sufrido históricas intromisiones extranjeras en sus procesos democráticos, se observa con solidaridad la resistencia del pueblo hondureño. La soberanía no es negociable: ningún país, por poderoso que sea, tiene derecho a decidir con indultos, amenazas de sanciones o manipulación de sistemas electorales quién debe gobernar a otro pueblo. Honduras hoy levanta la voz que América Latina entera necesita escuchar: la dignidad nacional no está en venta.
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Elecciones 2026: La derecha se desangra en veinte pedazos y la izquierda solo tiene tres cartas

Lima, 9 de diciembre de 2025.- A cuatro meses de las elecciones generales del 12 de abril de 2026, el panorama político revela un quiebre inédito: la derecha conservadora y ultraderechista, históricamente dominante en segundas vueltas, aparece diluida en más de veinte fórmulas presidenciales sin opción real de unificación. Mientras tanto, la izquierda —lejos del progresismo tibio y de las socialdemocracias defensoras del modelo capitalista— se reduce a tres candidaturas definidas. Entre ellas, Juntos por el Perú (JPP), encabezada por Roberto Sánchez y respaldada por Pedro Castillo, Betsy Chávez y Margot Palacios, emerge como la única con cohesión, soporte territorial y capacidad efectiva de movilización.
Ningún candidato de derecha supera el 12,5%, y la suma dispersa de todas sus postulaciones apenas alcanza entre 25% y 30%, pese a que más de veinte listas fueron ratificadas tras las primarias del 8 de diciembre. Estas cifras golpean a un pequeño sector que pretende retener sus privilegios y que en 2021 intentó desconocer la victoria de Pedro Castillo con acusaciones de fraude nunca comprobadas, pese al intento de fabricar evidencias mediante una comisión manipulada desde el Congreso.
La supuesta unidad derechista fracasó desde el inicio. López Aliaga y Keiko Fujimori no sellaron ninguna tregua desde 2021; César Acuña marcha solo en el norte; mientras Álvarez y Forsyth disputan el mismo voto limeño de centro-derecha, López Chau y José Luna intentan aparecer como progresistas. El resultado es un voto conservador pulverizado: lo que en 2021 llegó a concentrar más del 70% en la segunda vuelta hoy se reduce a fragmentos mínimos, en un país donde el 51% permanece indeciso, en blanco o nulo, en rechazo directo al establishment y al “régimen Boluarte” y su sucesor, José Jerí Oré.
La izquierda: tres opciones y tres rutas distintas. Al margen de los progresismos de discurso y de las izquierdas de salón, funcionales al modelo capitalista neoliberal, la izquierda auténtica pone en juego tres candidaturas concretas: Perú Libre con Vladimir Cerrón, ratificado el 8 de diciembre por los delegados, prófugo, cuestionado por sus pactos tácticos con el régimen Boluarte y con el fujimorismo en el Congreso actual, con serias posibilidades de ser inhabilitado por el JNE. Venceremos, con Ronald Atencio -candidato defensor de Guillermo Bermejo y de la línea de nacionalización radical discursiva-, que venció en internas al puneño Vicente Alanoca, enfrenta fracturas internas y rechazo de sectores indígenas por denuncias de racismo y maltrato contra su contendor perdedor. Juntos por el Perú, con Roberto Sánchez Palomino, sería la única plancha con cohesión orgánica: su fórmula fue cerrada por consenso; su principal fortaleza está en el bloque castillista. Pedro Castillo encabeza la lista al Senado Nacional con el número 1, anunciado desde el penal Barbadillo; Betsy Chávez también confirmó su candidatura al Senado por JP; y la congresista Margot Palacios, una de las voces más firmes en la denuncia de la persecución política y defensora de comunidades campesinas y nativas, completa el equipo político de mayor peso.
Las encuestas nacionales le dan entre 3% y 4%, pero los estudios regionales en el sur y los Andes (Apurímac, Cusco, Puno, Ayacucho) ubican a Sánchez entre 12% y 15%, justo donde el rechazo a Dina Boluarte y al Congreso es más alto.
El escenario que la derecha teme. Con un 51% del electorado aún sin decisión, el peor escenario para la derecha es evidente: si JP capta siquiera entre el 25% y 30% del voto castigo -algo plausible con Pedro Castillo como símbolo de resistencia e indignación popular-, Roberto Sánchez podría entrar a segunda vuelta con apenas 18% a 22%, e incluso ganar en primera si la derecha mantiene su dispersión entre cinco u ocho candidatos que no bajan del 5% cada uno. Pero ya estarían copando la Cámara de Senadores del Congreso de la República, advertidos de que la derecha hizo todas las reformas para gobernar desde esa instancia.
En una segunda vuelta, el guion de 2021 podría invertirse: un candidato de izquierda, enfrentándose a cualquier fragmento derechista, tendría amplias posibilidades de triunfo, con un 60% de rechazo ciudadano al régimen actual y a la derecha que mantuvo en el poder a Dina Boluarte y José Jerí, con represión, persecución y asesinatos que siguen impunes hasta hoy. Por ello, la derecha pretendería echar mano del fraude, motivo por el cual ya estaría tomando el control de los órganos electorales del Estado.
En suma, a cuatro meses de las elecciones, la derecha conservadora y neofascista está más dividida que nunca y desgastada hasta el límite: ningún candidato supera el 12,5% y la suma de todos apenas llega a un tercio del electorado. En contraste, la izquierda real solo ofrece una opción porque posee estructura partidaria y popular, símbolo y liderazgos claros: Juntos por el Perú.
Con Roberto Sánchez y el respaldo pleno de Castillo, Chávez y Palacios, el voto de resistencia e indignación del país finalmente tiene un instrumento organizado con amplio potencial de movilización nacional.
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Suspensión judicial paraliza elecciones internas de Ahora Nación y pone en jaque candidatura de Alfonso López Chau

Lima, 8 de diciembre de 2025.- El Poder Judicial ordenó la suspensión provisional del proceso electoral interno del partido Ahora Nación, lo que paralizó las votaciones programadas para este domingo 7 de diciembre destinadas a elegir la plancha presidencial encabezada por Alfonso López Chau, así como a los candidatos al Senado, la Cámara de Diputados y el Parlamento Andino. La medida fue emitida por el Juzgado Civil de La Merced, en Junín, al declarar fundada una demanda de amparo presentada por los militantes Geraldine Estefany Ponce Llanos y Nilton César Meza Franco contra el Tribunal Electoral Nacional del partido. Según la resolución del juez Augusto Balbín Solís, la suspensión abarca los efectos jurídicos y fácticos del acta de sesión del 8 de octubre de 2025, que convocaba la elección de delegados y el cronograma general para las elecciones generales de 2026.
Los demandantes alegaron irregularidades graves en el procedimiento, como la falta de publicación oportuna de la convocatoria y el cronograma electoral, lo que les impidió presentar listas alternativas o formular tachas contra otras postulaciones. Además, denunciaron que el proceso no fue comunicado al Jurado Nacional de Elecciones (JNE) ni a la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), violando el derecho a participar, elegir y ser elegidos de los afiliados. Otro punto controvertido fue el requisito de un pago de hasta S/ 80.000 para inscribir candidaturas, calificado como discriminatorio e irregular. La resolución judicial advierte al Tribunal Electoral Nacional, presidido por Daniel Martín Plácido Matta, que se abstenga de continuar el proceso bajo apercibimiento de denuncia por desobediencia y resistencia a la autoridad, hasta la resolución del fondo del caso.
A pesar de la orden judicial, Ahora Nación procedió con la elección de delegados el 30 de noviembre y las votaciones del 7 de diciembre bajo la supervisión técnica de la ONPE, argumentando que el fallo es inaplicable y que los actos ya ejecutados no pueden ser retrotraídos. El Comité Ejecutivo Nacional del partido expresó preocupación por posibles intentos de bloquear su participación en los comicios de abril de 2026, y anunció que evaluará medidas legales posteriores. Expertos electorales consultados indican que esta suspensión podría derivar en una tacha ante el JNE, invalidando la candidatura de López Chau si se confirman las infracciones a la democracia interna, en un contexto de 37 partidos que completaron sus procesos sin mayores contratiempos.
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