Crónica
Cien años del APRA: luces y sombras en el legado de sus líderes

El Partido Aprista Peruano (APRA) celebra un siglo de existencia, marcado por una trayectoria política rica en matices y controversias. Dos figuras sobresalen en su historia: Víctor Raúl Haya de la Torre y Alan García, líderes que encarnan las complejidades y paradojas del partido.
Víctor Raúl Haya de la Torre: Idealismo y pragmatismo
Haya de la Torre, fundador del APRA, es considerado un ideólogo antiimperialista y defensor de la justicia social. Su legado, sin embargo, está marcado por la ambigüedad. Si bien sus discursos revolucionarios inspiraron a muchos, su pragmatismo político y sus alianzas cuestionables con el poder generaron críticas y cuestionamientos por sus propios militantes y otros líderes de la izquierda del siglo pasado como el amauta José Carlos Mariátegui.

Alan García: Reformas y escándalos
Alan García, dos veces presidente del Perú, representa otra etapa compleja en la historia del APRA. Su primer mandato (1985-1990) estuvo marcado por ambiciosas reformas económicas y políticas, pero también por una hiperinflación, ejecuciones extrajudiciales de poblaciones aparentemente relacionados con grupos alzados en armas como en el caso de los Molinos de Jauja (Junín) y denuncias de corrupción. En su segundo gobierno (2006-2011), García buscó posicionarse como un líder reformista de la derecha de la social democracia peruana, pero nuevamente enfrentó las denuncias por corrupción y un creciente malestar social por las reformas incumplidas y mantener el modelo económico neoliberal en automático, heredada por los dos periodos del gobierno de Alberto Fujimori.
Paradoja aprista: Ideales vs. Realidad
Tanto Haya de la Torre como García encarnan la paradoja central del APRA: la brecha entre sus discursos progresistas propias de la social democracia y su accionar político lejos de las aspiraciones de la mayoría nacional. A pesar de sus discursos a favor de la justicia social y la democracia, su legado se ve empañado por la falta de transparencia, la corrupción, la represión contra poblaciones que buscaban reivindicar sus derechos y la búsqueda del poder de manera cada vez más pragmática, entrega de los recursos naturales a transnacionales a todo costo como en el caso del «Baguazo».

Centenario y reflexión crítica
En este centenario del APRA, es fundamental realizar una reflexión crítica sobre el papel de sus líderes en la historia del Perú. Su legado es complejo y controvertido, pero también representa una oportunidad para que sus líderes aprendan de los errores del pasado y construyen, si desean, un futuro donde la política peruana esté realmente comprometida con los valores de justicia social como siempre han pregonado hasta el hartazgo en calles y plazas, incluso los actuales líderes que el domingo 5 de mayo celebraron el centenario en la Plaza de Acho, quienes se hicieron cargo recientemente de la dirigencia, luego de la desaparición infortunada de Alan García que se despidió de sus correligionarios, evitando la desvergüenza carcelaria con un balazo.

Mirando hacia el futuro
El APRA, en su centenario, se encuentra en una encrucijada. Puede optar por seguir aferrándose a un pasado marcado por la ambigüedad y la corrupción, o puede aprovechar la oportunidad para renovarse, redefiniendo sus valores y comprometiéndose con un proyecto político de la social democracia peruana. La decisión que tome el partido en este momento crucial determinará su futuro y su impacto en la sociedad peruana. Pero su alianza permanente con quienes se encuentran en el gobierno y los que están en el poder político y financiero, como ahora, con el régimen de Dina Boluarte y su cómplice Fuerza Popular de su siempre aliado Alberto Fujimori, ya lo pinta de cuerpo entero, que no está dispuesto a cambiar el legado de sus líderes históricos Haya De La Torre y García Pérez.

Lecciones para el presente
La historia del APRA nos ofrece valiosas lecciones para el presente y el futuro de la política peruana. Es fundamental que los líderes políticos sean coherentes entre sus discursos y sus acciones. El Perú exige que los líderes políticos se comprometan con las aspiraciones legítimas de las grandes mayorías y que antepongan el bienestar del pueblo por encima de sus intereses personales o partidarios. Solo así se podrá construir un nuevo Estado sólido, justo y próspero al servicio de todos los peruanos.